La fecha de la visita de los Reyes a Egipto, que empieza hoy, ha sido programada con la mirada puesta en el calendario electoral. Como la Casa Real intenta evitar que los viajes del jefe del Estado sean interpretados en clave de política interna, la llegada a El Cairo se produce 18 días antes del comienzo de la campaña.

El Monarca siempre se ha esmerado en guardar una equidistancia de las citas electorales, aunque su esfuerzo no siempre ha tenido la misma fortuna. Recientemente, al felicitar el año al cuerpo diplomático acreditado en España, Juan Carlos dio una de cal y otra de arena en su milimetrado discurso.

Por un lado, aplaudió los aciertos de la política exterior del Gobierno, pero ignoró absolutamente el plan estrella de Zapatero, la Alianza de Civilizaciones, a pesar de que acababa de clausurarse en Madrid su asamblea general.

Por otra parte, tanto la Zarzuela como la Moncloa han mantenido con gran discreción el propósito de evitar un viaje oficial del Rey a Estados Unidos, mientras George Bush no restableciera con Zapatero la cordial relación que corresponde con el presidente de un país aliado.

RIESGOS En otro orden de cosas, a juicio de la mayoría de partidos alejados del PP, no fue afortunada la presencia de los príncipes de Asturias en el Congreso de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Felipe y Letizia presidieron la inauguración de una asamblea que se convirtió en una sinfonía orquestada de ataques al Ejecutivo.

Después de 11 años, la nueva visita de los Reyes a Egipto, de tres días de duración, permitirá una aproximación entre ambos países. Está previsto que mañana se firme un tratado de amistad y cooperación entre ambos países, de contenido similar a los suscritos con Marruecos, Argelia y Túnez, con el fin de articular más eficazmente la lucha contra el terrorismo internacional, el tráfico de drogas y el crimen organizado.