Tanto el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Rouco Varela, como el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, trataron ayer de aliviar parte de la tensión generada por el discurso en el que Juan Pablo II sostuvo que el laicismo impera en España a costa de restringir la libertad religiosa. La Iglesia --matizó ayer Rouco Varela en el periódico católico italiano Avvenire -- "no está bajo asedio". Es más, el presidente de la Conferencia Episcopal cree ver un esperanzador "despertar de la conciencia de los católicos".

El Papa --aclaró Rouco Varela-- "usó palabras expresadas con fuerza", pero no pretendían hacer de España un caso único. "Vemos que en Europa la situación es más o menos igual en todas partes desde un punto de vista doctrinal, cultural y espiritual", explicó. Como ejemplo, mencionó la posibilidad de que se dé cobertura legal a los matrimonios entre homosexuales. "Es una problemática que se vive en toda Europa", dijo, y que habría que debatir desde "el punto de vista antropológico".

En resumen, Rouco Varela concluyó que, salvo "algún problema técnico" sobre la enseñanza de la religión en las escuelas, "no existen contenciosos abiertos". "El Gobierno ha garantizado que se respetarán los acuerdos existentes", celebró.

También Zapatero trató de aliviar la tensión cuando la noche del miércoles en Chile calificó de "convocatoria de cortesía" el hecho de que el Ministerio de Exteriores convocara al nuncio de la Santa Sede en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro. La fórmula fue casi la empleada cuando surge un conflicto diplomático entre dos países. El presidente del Gobierno, sin embargo, interpretó que la reunión tenía como único fin exponer al nuncio hasta qué punto hay libertad religiosa en España.

Esa respuesta del Gobierno ante el discurso del Papa ha sido, en último término, el detonante de otro choque más entre PP y PSOE. El portavoz de la derecha en el Congreso, Eduardo Zaplana, cargó a por todas contra el Ejecutivo. "Hay que acostumbrarse a que la opinión de uno no es la única que existe", introdujo Zaplana". En contra de eso --prosiguió--, el Gobierno socialista ha entrado en una espiral impropia de un país democrático, moderno y sereno".

"Esas respuestas desproporcionadas, ese ir a por el adversario, queriendo criminalizarlo, no tienen ningún sentido. Es más, este afán de sectarismo y de radicalismo que acompaña al Gobierno en cualquier manifestación no se había dado ni con los gobiernos de Felipe González. No se había conocido en la reciente historia democrática de España. Y no estoy dramatizando lo más mínimo", acusó.

CONSEJO DE NAVARRO VALLS Menos agresivo, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, a la vista de que Exteriores convocara el miércoles al nuncio, recomendó al Gobierno español que "relea atentamente todo el discurso pontificio".

Por último, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, pese al esfuerzo conciliador de Zapatero, regañó a la Iglesia porque no puede "imponer sus opiniones a aquellos que no profesan su credo".