Las fuerzas de seguridad no disponen actualmente de ningún elemento que haga sospechar que ETA quiera plantear una tregua parcial. Y si lo hace, sostienen fuentes antiterroristas, lo hará no por una voluntad real de abandonar definitivamente la violencia, sino por su profunda debilidad e incapacidad de matar. Pero aun así, y ante los rumores insistentes en el País Vasco sobre ese abandono transitorio de las armas, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, advirtió ayer a los terroristas y a la izquierda aberzale de que el Gobierno no aceptará una tregua temporal: "Que sepan que no nos chupamos el dedo". Sospecha que pueden ir de farol y aprovechar un alto al fuego para rearmarse y reorganizarse, como ya pasó la última vez.

Consciente de que los rumores de que algo inminente va a ocurrir en Euskadi no cesan y que incluso han contagiado al dirigente socialista Jesús Eguiguren, partidario de que se eche una mano a Batasuna para acelerar ese cambio, Rubalcaba quiso subrayar que nada se ha movido. "El problema lo tiene Batasuna, por su vinculación con ETA. Cuando dejen de ser el brazo político de ETA se acabarán sus problemas", afirmó.

ACUERDO POLEMICO Hace más de un año que la banda no mata en España. Y esa circunstancia ha dado alas a los aberzales para elaborar esa nueva hoja de ruta que el domingo le permitió firmar un polémico pacto con Eusko Alkartasuna (EA) en el que se apuesta por la vía política, pero no se condena a ETA. El Gobierno, sin embargo, recuerda que la banda ha intentado matar, pero no ha podido, y que su último jefe detenido, Mikel Carreras, Ata, fue apresado en Francia mientras diseñaba la estrategia de atentados para el verano.