Recesión, desempleo y desigualdad". "Un país empobrecido, una población indefensa y una España entristecida". "Una España más injusta, más pobre y más inhumana". Estas tres frases que salpicaron el discurso del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, le sirvieron para resumir su visión de la situación española y su crítica a lo que definió como "desastrosa" y "errática" gestión del presidente Mariano Rajoy. Porque Rubalcaba hizo especial hincapié en lo mucho que están sufriendo los ciudadanos como consecuencia de las políticas de austeridad del Ejecutivo, en un intento de arrebatar a los grupos a su izquierda el monopolio de la calle y de reconectar con los más dañados por la crisis, con esos ciudadanos que sufren el paro, los desahucios, el copago farmacéutico, los recortes sanitarios y educativos, la pérdida de derechos laborales, incluso la pobreza... Con esos millones de ciudadanos que, según dijo, "han dejado de creer en la política".

Su discurso sonó a enmienda parcial de su política pasada. "Su problema es que usted tiene historia", le dijo Rajoy, y Rubalcaba aprovechó para reivindicar su derecho a rectificar y para confesar que cada vez que hay un desahucio dice "maldita sea, ¿por qué no arreglamos aquello?".

"TODO VA PEOR" Con esa actitud de contrición, fue durísimo con Rajoy: le acusó de que desde que gobierna "todo va peor" y de haber roto consensos básicos forjados en la transición, como el diálogo social desbaratado con la reforma laboral, el consenso sanitario destruido por el copago y la privatización y el educativo con un proyecto de reforma que, en su opinión, acabará con la enseñanza como un instrumento para la igualdad de oportunidades. Anunció que cuando los socialistas recuperen el poder devolverán los derechos a los trabajadores, harán públicos los hospitales privatizados y cambiarán las leyes educativas.

A algunos diputados les sorprendió que no utilizara la misma contundencia para pedir la dimisión de Rajoy, que ya le reclamó la semana pasada en la sesión de control. Rubalcaba se limitó a recordarle esa exigencia y dejó en el tejado del presidente la responsabilidad de hacerlo pese a que le acusó de ser responsable de la "crisis moral" del país, provocada por "la sospecha de financiación ilegal del PP", que sobrevuela el caso Bárcenas . De hecho, insistió en que no puede gobernar "pendiente de que a Bárcenas le entre un ataque de sinceridad" y le recordó que les debe a los ciudadanos una explicación seria sobre este asunto.

Desgranó otros pactos más urgentes por la "situación de emergencia nacional". Acuerdos contra el desempleo, contra la pobreza extrema, contra los desahucios y por la defensa de la sanidad y la educación públicas, "tareas urgentes" que exigen "el esfuerzo de todos".