Alfredo Pérez Rubalcaba se dedicaba desde 2014, cuando dejó la política, a dar clases de Química Orgánica en la Universidad Complutense, que salpicaba con colaboraciones en algunos másteres de alumnos de Periodismo y política, a los que le encantaba escuchar y con los que trataba de la forma más cercana.

"Son muy buenos estos alumnos, antes no éramos tan buenos", le decía a los profesores que coordinan el máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política de la Facultad de Periodismo de la Complutense, tras escuchar a los alumnos exponer cómo harían una campaña de comunicación política.

"Venía encantado, se veía que disfrutaba hablando de esto y escuchaba atentamente a los alumnos, a los que explicaba objetivamente lo que le había gustado y lo que no", explica el profesor Antón R. Castromil, coordinador del máster y que compartió la última clase con él el pasado 26 de abril.

Contaba que en sus clases de Química nunca hablaba de política, que es lo que le apasionaba, aunque no tenía pensado volver a ejercerla.

En el máster de Estudios Avanzados en Comunicación Política ayudaba a evaluar a los alumnos en su exposición final, para lo que iba dos días a clase.

Se interesaba por cada argumento, contando vivencias y anécdotas, y le gustaba más escuchar que intervenir, lo que sorprendía a unos jóvenes que "se enfrentaban" a un exministro de varias carteras, exvicepresidente, exportavoz del Gobierno y exsecretario general del PSOE.

"Los alumnos que simulaban hacer la campaña del PSOE igual lo tenían más difícil que el resto, porque era muy objetivo", bromea el profesor, con quien Rubalcaba se quedaba a comer para comentar la actualidad política distendidamente, a veces durante horas.

Llevaba dos años colaborando con ellos, y pretendían seguir contando con él para el siguiente curso.