Después de anunciar una subida del IBI de los pisos vacíos el día en que Josep Piqué hacía de la bajada de impuestos la medida estrella de su programa electoral, la presencia de Alberto Ruiz-Gallardón en la campaña catalana pasó de ser deseada a resultar, cuando menos, incómoda. Pero una vez retirada la medida, la visita del alcalde de Madrid a Barcelona era interpretada como un gesto de rectificación. Sin embargo, públicamente Gallardón evitó disculparse por distorsionar la campaña del candidato popular a la Generalitat. Aznar y los cargos que visitan Cataluña machacan el mensaje de que la "radicalización" pone en riesgo la estabilidad y la prosperidad económica. En esto, Gallardón no se diferenció del discurso oficial. Tampoco el ministro de Fomento, Francisco Alvarez-Cascos, que fue a Lleida a vender la puesta en marcha del AVE.