Entre diciembre del 2001 y febrero del 2004, mientras José María Aznar alardeaba de su relación privilegiada con Vladimir Putin y defendía con vigor sus polémicos métodos contra los chechenos, Rusia perforó como un queso gruyer los servicios de espionaje españoles. Una investigación de 18 meses del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) condujo el lunes a la detención, en Tenerife, del exmiembro de la organización Roberto Flórez García, la persona que presuntamente vendió a los rusos información sensible de la casa hasta que causó baja a petición propia.

El director del CNI, Alberto Saiz, aseguró que la seguridad estatal "no ha estado en riesgo" por la actuación de Flórez, que carece de precedentes por su gravedad en la historia del espionaje español. Sin embargo, sí se causaron "importantes daños" al centro por la revelación de procedimientos, estructuras internas, actividades de contrainteligencia y "decenas de identidades" de agentes. Ese "agujero de seguridad", como lo describió, ha obligado a poner en marcha "nuevas y numerosas" medidas de protección.

"UN FRACASO" Saiz dio a conocer el acto de "traición" del exsuboficial de la Guardia Civil en una conferencia de prensa inédita, la primera que ofrece un director de los servicios secretos españoles. Justificó la convocatoria por la "trascendencia" del caso y la voluntad de frenar "especulaciones" sobre lo que no dudó en definir como un "fracaso" del centro. En su comparecencia, eludió citar el nombre del país destinatario de la información, pero con posterioridad trascendió que se trataba de Rusia.

Según el jefe del espionaje, Flórez, que trabajó 12 años para el CNI dentro y fuera de España, ganó "bastantes dólares" con su actividad delictiva, cuya iniciativa, dijo, partió de él y no de los rusos. Saiz deslizó que entre los agentes cuya identidad se desveló estaban los seis asesinados en Irak en el 2003. Sin embargo, negó cualquier relación entre la información y los asesinatos. Y recalcó que los datos tampoco afectan a la lucha antiterrorista ni a la seguridad de las instituciones donde participa España, como la OTAN y la UE.

Saiz situó los hechos durante el Gobierno del PP, cuando al frente del CNI estaba Jorge Dezcállar. Dijo que, cuando relevó a este, el asunto "no estaba sobre la mesa". En una clara crítica a su predecesor, sostuvo que las medidas de seguridad interna no estaban entonces "a la altura de lo que se tenía en custodia". A su juicio, el centro "fracasó" al no considerar como un "riesgo de seguridad" la posibilidad de ser objetivo de otros servicios secretos.

Flórez, de quien el jefe del CNI destacó su "brillantez", pasará hoy a disposición del juzgado de Primera Instancia e instrucción número 3 de Puerto de la Cruz, en Tenerife. La fiscalía lo acusa de revelación de información clasificada a una potencia extranjera, que prevé para este delito penas de prisión de entre seis y 12 años. La policía detuvo a Flórez a las 8.30 horas del lunes, y ayer continuaba el registro de su domicilio y su lugar de trabajo en el centro de Tratamiento de Conflictos.

El director del CNI contó que la investigación la ordenó en julio del 2005, tras detectar unos indicios en la primavera anterior. Dijo que fue una investigación complicada, en parte porque la traición partió del propio agente y, en parte, porque no se quería poner sobre aviso a los posibles implicados. Según Saiz, este caso es único por sus dimensiones y no puede compararse con otros episodios de filtraciones de secretos, entre los que citó el caso del excoronel Juan Alberto Perote, que fue número dos del Cesid.

El director del CNI dijo que lo sucedido repercutirá en la relación con los servicios secretos de Rusia, con los que no se había puesto en contacto hasta el momento de su rueda de prensa. A su juicio, el incidente no afectará a la relación entre los dos estados, ya que los servicios secretos tienen sus propios "códigos" para resolver contenciosos. Saiz dijo que muchos de los agentes identificados por Flórez no están en activo y que los procedimientos se han cambiado.