Albert Rivera ya intentó el salto al Congreso en las generales del 2008, solo dos años después del nacimiento del partido, pero únicamente sacó 46.313 votos (0,18%). Tras el fiasco, se centró en Cataluña y solo se volvió a plantear la expansión en el 2012, tras obtener diputados en el Parlament. Entre ellos estaban Inés Arrimadas y José Manuel Villegas, el actual secretario general, que esta semana ha anunciado su marcha. Con esa posición más cómoda en la Cámara catalana decidieron, el año siguiente, conformar Movimiento Ciudadano, la plataforma matriz del salto nacional.

En las europeas del 2014 lograron dos escaños que, sumados a los cinco de Podemos, pusieron en guardia al bipartidismo. Las andaluzas de marzo del 2015 les siguieron animando (nueve asientos) y en las generales del mismo año irrumpieron en el Congreso con 40 escaños. Perdieron ocho en la repetición, pero se apuntalaron como formación de ámbito estatal tal tender puentes con el PSOE.

La popularidad de Arrimadas se fortaleció ejerciendo como jefa de la oposición durante los episodios más turbulentos del procés. El 21-D situó a Cs como primera fuerza en Cataluña y, a ella, como dique contra el independentismo.

Rivera vio la oportunidad de coser un tándem para situarse en la Moncloa. «Sabíamos que tarde o temprano Arrimadas daría el salto al Congreso, aunque quizá no lo esperábamos tan pronto porque tenía una responsabilidad mayúscula», apuntan fuentes naranjas. En la bancada del Parlament comprendieron la maniobra: «Era un ticket muy potente, y funcionó el 28-A».

Pero vino el 10-N. La dirección achaca el descalabro a la volatilidad electoral y la falta de fidelización a sus siglas. También a la dificultad de situarse en el centro con un discurso para dar el sorpasso al PP; a la irrupción de Vox y a las luchas internas.

Unos desencuentros que terminaron con el portazo de algunos fundadores como Francesc de Carreras y la dimisión de críticos como Toni Roldán, Francisco de la Torre y Javier Nart.

El acercamiento a la ultrade-

recha fue el motivo alegado por algunos de ellos al romper el carnet, pero también activó la alerta Manuel Valls, que rompió con la formación.

Círculo cercano

Arrimadas no se marchó sola. Se llevó a José María Espejo-Saavedra, que recogerá el acta en el Congreso tras el abandono de Fernando de Páramo, un activo muy cuestionado por la estrategia comunicativa de la campaña. Para liderar el partido también se rodeará de fieles. Arrimadas deberá hacer equilibrios entre mantener a los activos necesarios para no empezar de cero y buscar figuras que renueven la imagen de Cs.

Fuentes del partido apuntan que la acompañará una abundante cuota catalana y dan por hecho que Lorena Roldán será una de sus primeras espadas. «Hay un escenario muy bueno para un cambio. El círculo de Rivera se ha ido por su propio pie y Arrimadas cuenta con todos. Hay dirigentes capaces de reconstruir el desastre», señalan fuentes naranjas.

«Nuestro salto nacional es una experiencia de éxito», asegura Villegas, que añade que ahora Ciudadanos «está más fuerte que nunca en Cataluña» y tiene vicepresidentes en los gobiernos de Andalucía, Madrid, Castilla y León y Murcia. Sin embargo, Roldán cree que Cs debe enfrentarse a un «rearme intelectual». «Lo fácil es escoger al líder», afirma.