Reunión de urgencia anoche en un hotel de Vitoria entre Mariano Rajoy, María San Gil y el resto de la cúpula del PP vasco. Su objetivo era, según el entorno del líder popular, "hacer todos los esfuerzos posibles para intentar reconducir la situación, por respeto a María".

El resultado del encuentro, sin embargo, fue más de lo mismo. Ella le dijo a la cara a su jefe que ya no confía en él y este negó que piense cambiar la estrategia del partido para con Euskadi. Ella le aseguró que sus reproches tiene que ver con la defensa de sus principios y no con una posible candidatura alternativa para dirigir el partido, y le achacó falta de liderazgo. El respondió que quiere seguir a la cabeza del PP porque tiene ganas, fuerza y apoyos para ello y porque cree saber lo que se debe hacer para ganar las próximas legislativas.

Palabras durísimas y solo un compromiso: no romper los hilos de comunicación entre los dos, al menos de momento. "Yo voy a volver a reunirme con María porque quiero arreglar esta crisis de confianza", enfatizó el líder del PP ante los presentes. Y San Gil recogió el guante. Habrá segundo asalto. En breve.

A la cita asistieron también los presidentes provinciales del PP vasco, además del portavoz en la Cámara y diputados, entre otros, la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría. Todos ellos habían acompañado a Rajoy y a San Gil durante la visita a la capilla ardiente del último guardia civil asesinado por ETA. Y todos ellos sabían que, tan solo unas horas antes, San Gil convocó a los medios para confirmar que existe una "quiebra de confianza" entre ambos y que, si en 40 días no cambia la situación, dejará el cargo.

De hecho, telefoneó a su presidente a primera hora de la mañana para darle cuenta de lo que pensaba transmitir a los periodistas y anunciarle, de paso, que convocaría congreso en el País Vasco en julio. El se mostró de acuerdo en ello.

A media mañana, confirmó que había abandonado la ponencia del PP por discrepancias profundas con uno de sus compañeros, José Manuel Soria (la otra integrante era Alicia Sánchez-Camacho) y, especialmente, con José María Lassalle, el hombre designado por Rajoy para mediar, informa A. Ubarretxena.

Desveló que, desde el principio, surgieron "discrepancias de fondo" que llegaron a plasmarse en dos textos "claramente contrapuestos". "Si la persona que Mariano Rajoy aludiendo a Lassalle me pone como interlocutor me discute hasta el concepto de nación, pues me preocupo", señaló la líder vasca.

Según su relato, cuando supo lo que sucedía, Rajoy le garantizó que todos los párrafos que ella redactara estarían en dicha ponencia. Así fue. Aunque hubo una intensa "lucha por intentar modificar, cambiar o suprimir determinados artículos" que ella entendía "imprescindibles y absolutamente necesarios". Y aseveró que, si logró incluir estos puntos, fue porque es "muy tenaz y tozuda", ya que Soria y Sánchez-Camacho las aceptaron "a regañadientes". Por ello, dijo haberse sentido "engañada".

Junto a o dicho, San Gil declaró triste por haber tenido que adoptar una postura que ahonde en la crisis del PP. Y la crisis crece a base de declaraciones y de la relevancia de quien las hace. Los populares vascos están divididos. El resto, parece que también.