María San Gil anunció en un comunicado que renunciaba a colocar su firma en la ponencia política del partido para el 16º congreso. ¿Por qué? "Por diferencias de criterio fundamentales en el seno de la misma", apuntó el domingo. En román paladino, porque San Gil se opone a un posible acercamiento a los nacionalistas y, según se especifica desde su entorno, a dar prioridad a los pactos con los socialistas. La actitud de la dirigente desató la revuelta en el PP. En menos de 24 horas, dirigentes populares de distintas familias salieron a darle respaldo, a sabiendas de que, con esa actitud, cuestionaban la autoridad de Mariano Rajoy.

Pero si significativo fue el número de compañeros de filas que aplaudieron ayer su gesto, aún lo fueron más los nombres de algunos de ellos:el aún número dos del PP, Angel Acebes; la teniente de alcalde de Madrid y esposa de José María Aznar, Ana Botella; la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre; Juan Costa... El propio Aznar la llamó para conocer sus argumentos. En medio de este tsunami político, Rajoy trató en vano de frenar una nueva crisis que, según sus allegados, no vio venir. O no supo valorar "en su justa medida", apostillan. Y es que su insistencia telefónica --habló varias veces con San Gil-- no dio frutos.

PROBLEMA DE CONFIANZA Un portavoz de la presidenta del PP de Euskadi admitía ayer que, más allá de la redacción de la ponencia, existe un problema de desconfianza de San Gil hacia la nueva estrategia de Rajoy.

De hecho, esa fuente admitía que el documento que estaba preparando junto a José Manuel Soria y Alicia Sánchez Camacho recogía muchas de las frases que habían salido de la pluma de la dirigente vasca. "Ese no es el problema. Es que, después de distintas conversaciones con Rajoy y sus colaboradores, ella desconfía del espíritu que quiere imprimir al PP", enfatizó.

Para responder al cómo y cuándo nacieron los recelos de San Gil hacia Rajoy --a quien públicamente había dado su apoyo para el congreso de Valencia--, hay que volver la vista atrás un par de semanas.

Entonces salió a la luz que la estrategia política que el partido pretendía aprobar en el próximo cónclave conllevaba, entre otras cosas, acercarse a los nacionalistas. La dirigente dijo desconocer esa parte de la ponencia en cuya redacción, supuestamente, estaba colaborando. Y dijo que jamás apoyaría esa estrategia.

MEDIACION El enfado de San Gil con el canario José Manuel Soria --autor de ese punto del borrador-- llegó a oídos de Rajoy. Más salomónico que eficaz (a la vista del resultado), les pidió que enviaran a la sede central del partido sus aportaciones y encomendó a un tercero, el diputado José María Lassalle, de su confianza, que elaborara otro texto que recogiera ambas posturas.

No obstante, San Gil se desayunó el domingo con unas declaraciones de Soria a Europa Press en las que de nuevo abogaba por estrechar lazos con el nacionalismo. A ella le pareció intolerable. Según parece, el propio Lassalle le explicó esa misma tarde, "en una conversación muy tensa", que el documento recogería literalmente sus ideas, obviando guiños expresos a otros partidos. Pero para ella fue insuficiente.

Conclusión: Desconfianza ante Rajoy y su nuevo equipo y, por tanto, renuncia a su cargo en el congreso popular.

Consecuencia: San Gil recibe apoyo de docenas de parlamentarios y dirigentes tan notables como Acebes o Botella, concejala y esposa de Aznar, que llegó a decir: "Si María ha abandonado la ponencia, será que no están garantizados los principios del partido". Aguirre --a quien San Gil comunicó su decisión el domingo, por teléfono-- exigió a Rajoy una reflexión al respecto.

El presidente del PP, mojado por la lluvia de críticas, intentó que la afectada cambiara de opinión. No lo consiguió. Hoy se presentará oficialmente la ponencia política. Sin San Gil.