Algo cansado por el 'jetlag' en Nueva York, pero con “fortaleza para jugar el partido” Pedro Sánchez analizó este lunes en una conversación informal con periodistas las expectativas del 10-N después de una jornada extenuante en la Cumbre del Clima. Pidió abrir el foco para superar el cortoplacismo de lugares comunes, de mantras que auguran una desmovilización masiva, de sondeos prematuros o de agoreros que alertan de riesgos catastróficos por la fragmentación de la izquierda.

El presidente en funciones considera que son los acontecimientos políticos de octubre los que determinarán el resultado de las elecciones generales, porque la campaña llega en un mes “muy político” que será “decisivo” para mover el voto no ideológico. La sentencia del ‘procés’ -y su reacción en Cataluña-, el ‘Brexit’ y la exhumación de Franco -sobre la que este martes decide el Tribunal Supremo- sacudirán la opinión pública y provocarán trasvases sustantivos del electorado menos identitario, plantea. Sostiene que el 10-N puede darse un voto menos marcado por el sentimiento de pertenencia a unas siglas y más pragmático, movido por la necesidad de facilitar la formación de un gobierno estable. “No va a ser un voto tan ideológico”, sostiene.

¿En qué dirección podría mover el voto una reacción ciudadana fuerte contra la sentencia a los líderes independentistas? Está por ver. No resulta sencillo calcular ese impacto. El presidente lo mira con toda la cautela y otras fuentes gubernamentales no tienen duda de que este será un acontecimiento clave que puede mover flujos de voto. Hacia dónde es la pregunta sin respuesta.

COMPLICIDAD ERREJONISTA

El líder socialista cuestiona que la irrupción de Íñigo Errejón vaya a penalizarle inexorablemente. En primer lugar porque, aunque algunos exvotantes del PSOE acaben por elegir al expodemista, cree que puede compensar esa pérdida con un voto más amplio proveniente de las filas de Ciudadanos e, incluso, de sectores de Unidas Podemos. “¿Que el voto que me quite Errejón no lo recupero? ¡Lo recupero!”, asegura. En segundo lugar porque, sugiere, el líder de Más Madrid podría pescar más de exvotantes de Unidas Podemos ahora determinados a abstenerse que del PSOE. Y por último, porque intuye que Errejón es un actor “posibilista” para llegar a un acuerdo después de las elecciones. Lo curioso es que, de un lado y del otro, desde la Moncloa y desde las filas errejonistas, se plantean cuánto bien y cuánto mal les hace mostrar cierta complicidad. Y no hay respuestas claras en ninguno de los bandos.

En todo caso, reconoce el presidente, el mapa negociador no va a ser el mismo después del 10-N que el que fue tras las legislativas del 28 de abril. Cree que el espacio de Unidas Podemos se resquebraja y que Pablo Iglesias no tendría un control real sobre el partido y sus alianzas.

Sánchez quita hierro a que las encuestas le señalen como responsable de la repetición electoral y asegura que es una reacción lógica, aunque insiste en que esa percepción no tiene por qué traducirse castigo electoral. Recuerda que en el 2016 Mariano Rajoy también era percibido como culpable de la vuelta a las urnas y, sin embargo, el 26 de junio ganó ampliando su diferencia sobre el PSOE.

Ahora el PSOE sale dispuesto a sudar la camiseta, pero fuentes gubernamentales opinan con cierta preocupación que, el “voto está flojo”, es decir, no activado. En la Moncloa algunos creen que hará falta un revulsivo en octubre. “Un debate, una bronca”, deslizan.