Pedro Sánchez no dedica mucho tiempo a atacar a sus rivales. La suya es una campaña «en positivo», en la que el líder socialista se dedica a detallar sus logros desde que está en el Gobierno, recordando que lo ha conseguido «con solo 84 diputados» y pidiendo al auditorio que se imagine lo que hará con una «mayoría amplia». Pero cuando pasa a la carga, cosa que el líder socialista siempre hace en algún momento de sus mítines, nunca es contra Pablo Iglesias, cuya insistencia en formar parte de un futuro Gobierno con Sánchez solo obtiene silencio al otro lado.

El jefe del Ejecutivo suele acusar a Pablo Casado de querer recortar las pensiones, bajar el salario mínimo y pertenecer a un partido que «roba», «miente» y «espía». A Albert Rivera, de estar obsesionado con él, hasta el punto de que si le preguntas al líder de Ciudadanos «qué hora es», bromea el presidente, su respuesta será: «Pedro Sánchez». A Santiago Abascal lo cita menos, pero Vox también aparece en los discursos del secretario general del PSOE, que señala que la extrema derecha siempre ha existido en España, y entonces recuerda al fallecido Blas Piñar, líder de Fuerza Nueva. Pero Podemos apenas ocupa espacio en sus intervenciones. Sánchez, de hecho, pronuncia mucho más el nombre de Blas Piñar que el de Pablo Iglesias.

Los socialistas llevan tiempo transmitiendo que ya no pueden crecer más a costa de los morados. Hace dos años, poco después de recuperar el liderazgo del partido en las primarias que ganó a Susana Díaz, Sánchez explicó, en una conversación informal, que con su victoria en las elecciones internas también se había resuelto quién lideraba la izquierda en España. Desde entonces, Podemos, que estuvo cerca de ocupar el segundo lugar en las generales de 2016, solo por detrás del PP, ha dejado de ser una amenaza para el PSOE.

Ahora, con la amenaza del sorpasso siendo solo un vago recuerdo de épocas peores para el socialismo, Sánchez podría cuadruplicar en escaños a Iglesias el próximo 28 de abril, según las últimas encuestas.

Pero los colaboradores del presidente insisten en que el trasvase de Podemos al PSOE ya se ha producido, y que ahora Sánchez solo puede arañarle nuevos votos a Rivera.