Ni abstención, ni mucho menos voto a favor. Pedro Sánchez ha vuelto a trasladar este lunes el rechazo del PSOE a la investidura de Mariano Rajoy. Esta vez, a diferencia de la semana pasada tras su encuentro con el presidente en funciones, el líder socialista no ha sujetado su ‘no’ a ningún elemento temporal (“a día de hoy se reafirma en su voto en contra”, dijo hace cinco días), dando a entender así que se trata de una posición definitiva. Durante su breve discurso ante los parlamentarios del PSOE, en el que no ha habido ningún espacio para la autocrítica por los 85 diputados conseguidos, Sánchez también ha señalado que el papel de su partido es el de estar en la “oposición”, porque corresponde a Rajoy, como candidato más votado, el intentar formar Gobierno.

“Rajoy tiene que hacer tres cosas. Tiene que presentarse a la investidura, y doy por buenas las fechas del 2 al 5 de agosto. Tiene que articular una mayoría suficiente con sus aliados potenciales, y para esto tiene que preparar un programa de políticas de cambio respecto a los últimos cuatro años. Ya le advierto que no puede contar con el PSOE para ese Gobierno y para esa investidura. Y tiene que forjar un Gobierno conservador no continuista”, ha señalado el secretario general de los socialistas durante su breve intervención en abierto, en la que ha vuelto a subrayar que su partido está dispuesto a mantener “el diálogo necesario” con el PP, pero en ningún caso a “negociar”.

“Nosotros asumimos nuestra responsabilidad de ser oposición, una oposición útil y constructiva. Pero para que haya oposición tiene que haber Gobierno”, ha recalcado Sánchez, que una vez más ha dejado la puerta abierta a intentar su propia investidura si Rajoy fracasa o vuelve a rechazar presentar su candidatura en el Congreso, como hizo a principios de año. La posibilidad de que el líder socialista trate de forjar un Ejecutivo alternativo al del PP es defendida por los barones más cercanos a Sánchez y pone los pelos de punta a los dirigentes territoriales críticos.

LA MALA RELACIÓN CON PODEMOS

Con Ciudadanos dejando claro que en ningún caso se sumará esta vez a tal empresa, la única manera de que Sánchez llegue a la Moncloa es con Podemos y el independentismo catalán. Las relaciones con el partido de Pablo Iglesias son pésimas, como ha vuelto a poner de manifiesto la candidatura de Xavier Domènech a presidir el Congreso, y Sánchez ha reiterado en numerosas ocasiones que el Ejecutivo de España no puede descansar “sobre aquellos que quieren romperla”.

Aun así, según fuentes presentes en la reunión con los parlamentarios, que tras el discurso de Sánchez ha continuado apuerta cerrada, dos diputados, Odón Elorza y Pilar Cancela, le han pedido al secretario general que debe "explorar todas las alternativas". Es decir, que no debe cerrar la puerta a su propia investidura. En su respuesta, Sánchez no ha hablado de su propioa situación actual, sino de la de la anterior legislatura, cuando intentó sin éxito un pacto con Podemos y Ciudadanos. El líder del PSOE ha dicho que la "paradoja" es que Rajoy puede tener "fácil" su investidura (gracias a "aliados potenciales" como el partido deAlbert Rivera, el PNV y CDC) pero "difícil" la "gobernabilidad" posterior. Él, en cambio, tuvo una "investidura difícil", la prueba es que no llegó a buen puerto, pero podría haber tenido un "Gobierno fácil", ya que, a su juicio, las formaciones de Iglesias y Rivera tienen muchos puntos programáticos en común.

MANTENERSE EN EL CARGO

En la cuerda floja, con parte del partido queriendo relevarle en cuanto se forme Gobierno y se convoque el congreso del PSOE, retrasado desde febrero, Sánchez ha vuelto a indicar que quiere mantenerse como secretario general, un puesto al que también ha dado muestras de aspirar Susana Díaz. “He cumplido dos años de liderazgo y tenemos que seguir innovando”, ha señalado.

No ha habido ninguna mención a los posibles motivos de los resultados del PSOE el pasado 26 de junio, cuando obtuvo 52 diputados menos que el PP y volvió a perforar su suelo electoral.