Entre el próximo martes a las 9.30 de la mañana y el miércoles a las 18.15, Felipe VI se reunirá con los líderes de los partidos con representación en el Congreso (todos, salvo ERC, Bildu y la CUP, que rechazan acudir al Palacio de la Zarzuela) para explorar el horizonte de la gobernabilidad de España. El Rey recibirá en último lugar a Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, la formación más votada el pasado 10 de noviembre, y el proceso culminará, salvo sorpresa, con el encargo al presidente en funciones para que intente formar gobierno. El presidente en funciones llegará al encuentro con el horizonte algo más claro, para bien o para mal, un día después de la tercera reunión oficial de los negociadores de PSOE y ERC. El calendario institucional, tras la constitución del Congreso y el Senado el pasado martes, va así cerrando etapas, pero aún falta lo más importante: la propia investidura, cuya fecha es una incógnita.

El deseo de los socialistas sigue siendo que el debate tenga lugar en la tercera semana de diciembre, con la segunda votación el 19. Pero Sánchez no desea exponerse a un nuevo fracaso, como el del pasado julio, y evitará poner fecha a la investidura hasta que no tenga asegurada la abstención de ERC, la parte más complicada de una ecuación parlamentaria que incluye, junto a la coalición con Unidas Podemos, el apoyo del PNV y de los minoritarios no independentistas. Los republicanos, que volverán a verse el martes con los negociadores socialistas, señalan que no tienen ninguna prisa, así que en el PSOE comienzan a contemplar enero como periodo más probable para la reelección de su líder. Tan impredecible resulta señalar un día para la investidura, que la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, bromeó este viernes diciendo que calcular esa fecha es como "acertar el número de la lotería".

Felipe VI, en cualquier caso, ha acelerado los tiempos de las consultas respecto a la fracasada XIII Legislatura, cuando esperó casi un mes y medio desde las generales del 28 de abril para entrevistarse con los líderes políticos. Pero ahora todo va más rápido, sobre todo en el campo del PSOE. La pasada primavera, los socialistas tardaron más de un mes en empezar las conversaciones, alegando que primero había que ver cómo quedaba el mapa de los comicios autonómicos y municipales de mayo, e incluso argumentaron que no podían negociar hasta no recibir el encargo del Rey. Esta vez, en cambio, Sánchez tardó menos de 48 horas en sellar su coalición con Pablo Iglesias y sus colaboradores, desde entonces, llevan semanas reuniéndose con otros partidos.

A estas alturas de las conversaciones, el Gobierno mantiene una actitud esperanzada. Celaá negó este jueves que Sánchez hubiese dado por sentado el pacto con ERC, cuando garantizó que el acuerdo será constitucional y público, pero ofreció un horizonte de ilusión. "El pesimismo es un territorio vacío, el optimismo construye, y el pesimismo te lleva casi al cuarto oscuro", resumió.

En ese mismo escenario de optimismo, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, defendió este viernes que el bloque "histórico" de la moción de censura está llamado a dirigir el Estado.