Cinco varones, cinco candidatos a la presidencia del Gobierno, se dieron cita ayer en el único debate electoral pactado entre los principales partidos políticos nacionales. El Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid sirvió de escenario para acoger este evento organizado por la Academia de la Televisión donde pudieron medirse de nuevo cuatro de los cinco candidatos que ya concurrieron a las elecciones del 28 de abril: Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Junto a ellos, un recién llegado, Santiago Abascal, líder de Vox, quien entonces no contaba con representación parlamentaria.

La llegada de los cinco candidatos al debate estuvo marcada por el taxi conducido por una mujer que trasladó hasta la Casa de Campo a Pablo Iglesias, la polémica al parecer por el uso o no de un alzador en el atril de Albert Rivera y la decisión de Santiago Abascal de ser el único que no usara corbata. El debate en general supuso casi una repetición de las negociaciones llevadas a cabo tras el 28-A con un ataque a tres bandas entre PP, Cs y Vox contra Pedro Sánchez y un intento de Podemos por acercar posiciones y tratar de alcanzar un principio de acuerdo por un gobierno progresista.

Sánchez afeó a Rivera y Casado de no salir a contestar a Vox en algunos de sus posicionamientos sobre inmigración, eliminación del estado de las autonomías, violencia de género o ilegalización de algunos partidos como el PNV. El candidato socialista llegó a espetar a ambos diciendo que lideraban una derecha cobarde frente a los extremismos.

En el bloque dedicado a desbloquear el próximo gobierno salido de las urnas el titular lo dio Pedro Sánchez. «Si no hay acuerdo tras el 10-N, que gobierne la lista más votada», un guante lanzado que contestó Iglesias diciendo que solo caben coaliciones a derecha o a izquierda y depende de Sánchez que exista un gobierno progresista.

En el apartado de cohexión territorial, se conformó una guerra de bloques a derecha e izquierda, saliendo Iglesias en defensa del candidato del PSOE: «Los madrileños no somos quienes decidimos lo que es ser español», zanjó el líder de Unidas Podemos coaligándose a las tesis del candidato socialista.

Albert Rivera, por su parte, protagonizó aquí una de las anécdotas de la noche sacando de debajo del atril un trozo de adoquín de los que días pasados arrojaban los CDR a los Mossos y la Policía Nacional y culpó por igual tanto al PSOE como el PP de la situación que vive Cataluña sacando también un largo listado de papel de las competencias derivadas a esta comunidad por gobiernos de ambos partidos. «Señor Rivera, no se equivoque de adversario», le advirtió Pablo Casado.

Pedro Sánchez se distanció de Iglesias asegurando que «sobre Cataluña, Podemos y PSOE tienen grandes discrepancias» y Abascal fue el más duro: «Si ganamos las elecciones impulsaremos la suspensión de la autonomía de Cataluña, plantearemos la ilegalización de los partidos golpistas e intentaremos que Torra sea detenido, esposado y puesto a disposición judicial con una querella por rebelión de la Abogacía de Estado», sentenció.

ECONOMÍA // Iglesias abrió el bloque temático sobre economía. «Todos los economistas reconocen que hay una desaceleración económica», aseguró. «Hay que ver por dónde se hacen los recortes, si por arriba o por abajo. Nosotros proponemos hacer los recortes por arriba». Pablo Casado, por su parte, señaló que «el PP siempre ha tenido que rescatar el gobierno del PSOE». Para el candidato del PP, «vuelve a haber una desaceleración que nadie está dudando y Sánchez hace como Zapatero, negar la evidencia». Abascal atribuyó la desaceleración a las políticas de autonomías y de la inmigración ilegal y Rivera propuso bajar el IRPF y eliminar el impuesto de sucesiones, aunque, según su criterio, «lo que de verdad haría cambiar el país sería eliminar el ‘ICB’, el Impuesto a la Corrupción Bipartidista». Pedro Sánchez, por su parte, argumentó que los pilares económicos del país son sólidos, hizo una defensa férrea del empresariado español y, en concreto de algunos como Amancio Ortega, criticado por Iglesias en estos últimos días, y anunció que daría en su próximo gobierno un papel preponderante a la economía: «Nadia Calviño será la próxima vicepresidenta del Gobierno de España en materia económica», sentenció, con lo que quiso ocupar una posición clara de centro izquierda.

EL DICTADOR // Hubo tiempo para Franco y la salida de los restos del dictador del Valle de los Caídos. Pedro Sánchez se comprometió a ilegalizar la Fundación Francisco Franco y dijo que impulsaría la reforma del Código Penal para penalizar la exaltación del franquismo. «La España democrática es fruto del perdón pero no puede ser producto del olvido. Nos tenemos que sentir orgullosos, por mucho que le pese a la ultraderecha y a los independentistas. Hemos dado un paso de gigante con la exhumación del dictador. Anunció que vamos a llevar al código penal los delitos de apogolía del franquismo, del nacismo y del totalitarismo».

«Si queremos detener a la extrema derecha no basta con ilegalizar la Fundación Francisco Franco sino que hay que hacer política social», contestó Iglesias. «A mí no me va a dar lecciones de defensa de las libertades. Yo soy el único en este debate que me he jugado la vida en el País Vasco contra ETA. No nos lleven a los viejos odios del pasado», afirmó Abascal.

«Nuestra candidata al Senado por Barcelona se llama Rosa Lluch, y su padre fue asesinado por ETA, y no va dando lecciones de víctima del terrorismo a nadie. Ojalá ustedes supieran condenar un golpe de Estado de los aliados de Hitler hace 80 años y no ir dando lecciones», le respondió Iglesias.

Albert Rivera arremetió contra Abascal y les pidió al resto de candidatos que vuelvan al siglo XXI: «No me gustan Franco, ni los franquistas, pero tampoco la CUP y Arran», aseguró.