Todo rodó según lo previsto, pero es apenas el principio. El Gobierno superó el primer test del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2021 tal como estaba previsto, con holgura, con 198 votos, 22 por encima de la mayoría absoluta. El final de la tramitación llegará en dos meses y para entonces lo previsible es que algunos grupos que ayudaron a tumbar este jueves las siete enmiendas de totalidad presentadas y que solo recabaron 150 apoyos totales se descuelguen. Y quien tiene más papeletas es Ciudadanos, por la apuesta del Ejecutivo por afianzar el bloque que respaldó la investidura de Pedro Sánchez y la operación coordinada de Pablo Iglesias con la izquierda de la Cámara para sacar de la ecuación a Inés Arrimadas.

El marcador 198 votos a favor del Gobierno, 150 a favor de las enmiendas, cero abstenciones era un tanto importante para el Ejecutivo de coalición que habría sido impensable hace unos meses. Del lado del Ejecutivo se situaron, además del PSOE y Unidas Podemos, ERC, Ciudadanos, Más País-Compromís, PDECat, PNV, Bildu, PRC, Nueva Canarias y Teruel Existe. En su contra, los siete enmendantes (PP, Vox, JxCat, Coalición Canaria, BNG, CUP y Foro Asturias), además de UPN. A partir de aquí, arranca la negociación de las enmiendas parciales y el debate en ponencia, comisión y pleno. Se espera que los PGE, los primeros del bipartito y del líder socialista, salgan aprobados definitivamente a primeros de enero de 2021.

A estas alturas, se da por descontado que, esta vez sí, Sánchez dispondrá de unas nuevas cuentas, a diferencia de lo que ocurrió en 2019, por lo que podrá lograr el pasaporte de la estabilidad durante al menos dos años. La pregunta sigue siendo con quién. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien pidió durante estos días de debate en el Congreso "altura de miras" a los partidos para salvar unas cuentas "de país" e imprescindibles para la recuperación económica, se empleará a fondo para negociar enmiendas parciales a varias bandas. Desde ERC y EH Bildu a Cs. Pero cuadrar el círculo, la aspiración de Sánchez, pero no de Iglesias, se antoja prácticamente imposible. Por el momento, el anuncio de la formación 'abertzale' de que casi con seguridad apoyará los PGE ha irritado a una parte del PSOE, como visibilizó el miércoles el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara.

Pero ese movimiento también buscaba empujar a Cs. De hecho, uno de los ejes que marcó el debate en el Congreso de este jueves fue la presión a Arrimadas para que salte ya de la mesa de negociación de las cuentas. Podemos, ERC y Bildu se esforzaron en defender el bloque de izquierdas que facilitó la investidura de Sánchez y subrayaron las medidas progresistas de los Presupuestos para expulsar a Cs.

La líder liberal, sin embargo, se resiste a salirse, consciente de que, con solo 10 diputados, esa posición le da una relevancia y una visibilidad que no quiere abandonar. Ella, aseguró en la tribuna, negociará "hasta el final" para intentar convencer al Ejecutivo de que coja su mano "moderada" y no la de Bildu y ERC. "Llega la hora de la verdad. Tienen que elegir entre dos vías, la de Ciudadanos o la del separatismo .... Aquí tienen la mano tendida de Cs. Si no la cogen, jamás podrán volver a decir que no lo hacen porque no tuvieron otra opción o porque les ha obligado una oposición irresponsable que no quiere sentarse a negociar". Arrimadas presumió de que, gracias a su presión, no había habido un alza de impuestos ni se gravaba la educación y la sanidad privadas.

"Autoprotección"

La líder naranja encontró en Montero una aliada. La ministra le pidió que siga y que aguante hasta enero, cuando se aprobarán los Presupuestos de manera definitiva. "Su aportación como grupo a ese espacio puede hacer que mejore sensiblemente la política española", afirmó Montero, que alabó su valentía al intentar separarse de Vox y el PP.

Y si Gabriel Rufián, portavoz de ERC, insistió en su incompatibilidad con Cs, no por "veto" sino por "autoprotección" frente a la derecha, Oskar Matute, de Bildu, enfatizó que le importa más "el qué", el contenido de las cuentas, que "el con quién", los compañeros de viaje. Montero, mientras, reclamaba a los grupos eso mismo, que se centrasen en los contenidos, en el paquete de medidas "sociales" y "progresistas" que contiene el proyecto de ley, sin atender otras leyes en tramitación, como la educativa, que Cs ha dibujado como "línea naranja" al pedir que se retire la enmienda que suprime la condición del castellano como lengua vehicular. Los Presupuestos, alegó la ministra, nada tienen que ver con la inmersión lingüística o con el encaje de Cataluña en España.

Pero ERC también dirigió otra línea de ataque contra JxCat, con quien competirá por la hegemonía del independentismo en las elecciones catalanas del 14-F. Hasta criticó en lo personal a la posconvergente Laura Borràs por lucir bolsos caros. Rufián remarcó las credenciales soberanistas y de izquierdas de su formación, frente a quienes acusan a los republicanos de haberse vendido al Estado. ERC, recordó, nunca invistió a José María Aznar como presidente, y siempre ha velado por el combate contra las desigualdades sociales. Bildu, mientras, demostró que quiere sumarse al juego político, unir sus votos en unos Presupuestos que, aunque "tibios", son un "primer paso" para avanzar en la reversión "del modelo neoliberal" de recortes.

Por el PNV, la diputada Idoia Sagastizabal advirtió de que aún queda "un buen trecho" para que su partido apoye los PGE, y recordó que el impuesto al diésel, que Hacienda incorporó al proyecto pero que ahora se compromete a revisar, "mina la confianza" de los suyos en el Gobierno. Pese a todo, pese a que incluso el cuadro macroeconómico sea "endeble", al no recoger el impacto de la segunda ola del covid, el PNV entiende que debe facilitar la tramitación de las cuentas, porque no se pueden prorrogar más las de Cristóbal Montoro, de 2018, y porque no se puede desaprovechar la oportunidad de los fondos europeos.

"Normalización democrática"

Montero respondió a los grupos que el Ejecutivo trabaja sobre todo para consolidar el bloque de investidura, sin renunciar a captar más apoyos. El Gobierno se siente sólido, dijo, dispuesto a culminar la legislatura, aunque también padezca sus "días", indicó, reconociendo que hay divergencias internas.

La portavoz socialista, Adriana Lastra, en su defensa de los Presupuestos "más progresistas de la historia" y "de país", fue la encargada de justificar el entendimiento con ERC y Bildu. Ambos son partidos que cuentan con "toda la legitimidad democrática" porque son los ciudadanos los que los han elegido. Desde Valencia, el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, defendió como "normalización democrática" el apoyo de los independentistas vascos a los PGE. "Con la mentalidad de algunos, habría sido imposible la Transición", afirmó, señalando que había que pasar página.

Tras la votación, en el patio del Congreso, el presidente del PP, Pablo Casado, insistió en que las cuentas que ha elaborado el Gobierno suponen un "despilfarro", dispararán el déficit y dejarán una hipoteca a las próximas generaciones. El dirigente conservador censuró que EH Bildu se haya convertido en un socio prioritario para Sánchez. A la formación 'abertzale', dijo, le ha pagado con el "acercamiento de presos etarras; a ERC, con la exclusión del español como lengua vehicular, y a Podemos, con una subida masiva de impuestos.

En su opinión, el jefe del Ejecutivo ya ha elegido a sus socios y tendrá que explicarlo aquí y en Bruselas. Por la tarde, Génova lanzó una campaña en redes sociales, #ConBilduNo, para recordar la "demoledora hemeroteca" de Sánchez, que aseguró en muchas ocasiones que no pactaría con la fuerza de Arnaldo Otegi.

Sánchez tiene muchos aliados con quien jugar, pero y eso ya está claro, no podrá hacerlo con todos.