Soraya Sáenz de Santamaría sigue siendo noticia, pero algún compañero de filas se preguntaba ayer en el patio del Congreso de los Diputados mientras la veía entrar si lo será por mucho tiempo más. Ganas de ir a la Cámara baja y participar de la vida interna de su partido no parece tener. En julio faltó al primer comité ejecutivo convocado por Pablo Casado en Barcelona, en agosto no fue a la Diputación Permanente y ayer no acudió a la reunión que había convocado su nuevo jefe con todos los diputados para organizar el curso político y llegó al pleno de la Cámara cuando el debate llevaba dos horas y media y pensaba que quedaba poco para la votación. Se equivocó. Votaron por la tarde.

La antes todopoderosa vicepresidenta perdió frente a Casado en las primarias y es ahora una diputada rasa que no aclara si se sigue viendo en política o no. Santamaría tiene opciones. Podría volver a ejercer como abogada del Estado o también irse a la empresa privada. Esta segunda posibilidad, si cumpliera el estricto régimen de incompatibilidades de dos años que marca la ley para los exaltos cargos, le debería resultar complicado, porque, como número dos de la Moncloa, tuvo que tomar decisiones sobre muchísimas áreas. Aunque otras vicepresidentas intentaron regatear la norma: Elena Salgado fichó por Endesa a los tres meses de salir del Gobierno; arguyó que la contrataba su filial en Chile.

Ayer, Santamaría no fue a la reunión de las nueve de la mañana con el resto de los diputados y explicó que le sorprendía que su ausencia fuera noticia porque se lo había anticipado la víspera a la portavoz del grupo, Dolors Montserrat. La exvicepresidenta le avisó de que tenía un compromiso y le preguntó si había algún problema. Según su relato, Montserrat le respondió que no, porque también iban a faltar otros parlamentarios, como así fue.

La exnúmero dos de la Moncloa rechazó las preguntas de la prensa sobre lo que va a hacer y dijo que quiere hablar de forma «tranquila» con Casado sobre su futuro. Explicó que justo ayer tenía previsto pedirle una cita, pero bajó al hemiciclo pasadas las dos, cuando su nuevo jefe ya se había ido, porque viajó a Austria a una reunión con los populares europeos. Casado le ofreció en julio formar parte del comité ejecutivo y ayer revalidó la oferta. Y afirmó que puede elegir cualquier comisión para presidirla. No quiso comentar su ausencia.

Y mientras Santamaría deshoja la margarita, su archienemiga María Dolores de Cospedal reúne hoy a la dirección del PP manchego para convocar un congreso extraordinario en el que se elegirá al futuro líder. Cospedal deja ese cargo que ocupa desde el 2006 y algunos de sus compañeros la colocan ya como cabeza de cartel para las europeas, en mayo. En este caso, como en el de Santamaría, toca esperar.