En Qala-i-Naw se respira el secretismo detrás de las miradas de los pastunes, de los tayicos y de los nómadas. Pero sobre todo, detrás de las nubes de polvo que forman los blindados del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) español, formado por 125 militares de la Brigada de Cazadores de Montaña Aragón I. Qala-i-Naw es una localidad de la provincia de Badghis, al oeste de Afganistán, donde por primera vez se deja notar tímidamente la presencia internacional.

El trato con los soldados es cordial, pero existen palabras malditas : terroristas, Centro Nacional de Inteligencia (CNI), opio y señor de la guerra --Ismail Khan, ministro de Energía y Agua, cuenta con 4.000 milicianos que cobran aranceles a los transportistas y dirigen el tráfico de la adormidera--.

El PRT lleva tres meses en la Base General Urrutia, construida en la casa de huéspedes del gobernador, Enayatullah Enyat. Los soldados deben soportar temperaturas máximas de hasta 53 grados y mínimas de 14 por la noche. Al menos, ahora se respira un ambiente "más seguro" gracias a la llegada simultánea de la Policía Nacional, del Ejército afgano y de las Fuerzas Armadas españolas. "Antes era una tierra salvaje en constante conflicto. Las tropas del anterior gobernador mataron a un hijo de Ismail Khan", comenta Habib, intérprete del PRT.

La ciudad más pobre

Entre casas de adobe, caminos de piedras, rostros escondidos tras largas barbas y mujeres con burka, los militares realizan reconocimientos para garantizar la seguridad y facilitar la entrada de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Las carencias son tantas que muchos son los soldados que alucinan cada día. "Todo está muy abandonado. Es la ciudad más pobre del cuarto país más pobre del mundo y vive en la Edad Media", apunta el alférez Méndez. "Para desplazarnos por carretera a Jawan, a 150 kilómetros, tardamos más de nueve horas", secunda un teniente.

El propio gobernador de Badghis aprovechó la visita realizada el pasado lunes por el ministro de Defensa, José Bono, para transmitirle sus preocupaciones: "Hay problemas en infraestructuras, sanidad, agua y electricidad. Espero que nos ayuden". No obstante, los mensajes de los líderes religiosos como el mulá Ghulam Mohammad Mauhedy se centraron en el deseo de lograr, al fin, la paz.

Quizá por eso, en la Base General Urrutia se evita hablar sobre el rearme de los grupos radicales, a pesar de que la ONG Maltesser ya ha sido atacada y de que existan elementos hostiles contra el Gobierno afgano. De ahí que, "por si acaso", el PRT intente proteger a las ONG de acciones terroristas.

Herat es el segundo destino de las tropas y una de las ciudades más antiguas del mundo. La tragedia está unida a su historia, ya que padeció un genocidio con Gengis Khan; la muerte de 20.000 personas a manos del Ejército soviético; y los talibanes. Curiosamente, otro Khan dirige hoy su rumbo en la sombra. El traslado desde Qala-i-Naw se suele efectuar en helicópteros de la Base de Apoyo Avanzado (FSB), ubicada a 15 kilómetros de la ciudad --junto al aeropuerto-- y donde conviven 300 italianos y 415 españoles, más un batallón que velará por la buena marcha de las elecciones de septiembre. En un entorno muy exigente, las "interminables" jornadas se centran en dar apoyo logístico y sanitario aéreo a los PRT de Farah (EEUU), Herat (Italia), Changcharan (Lituania) y Qala-i-Naw.

Ataques con proyectiles

La base cuenta con una Unidad de Evacuación Médica Aérea, un hospital, una Fuerza de Reacción Rápida y una Unidad de Seguridad. "Hay sensores de movimiento, hemos desactivado explosivos en un radio de 200 metros y dispondremos de misiles contra carros", indica el teniente coronel Isidoro Martínez.

Sin embargo, la FSB ya ha sufrido ataques con proyectiles. E incluso el coronel Moreno confirmó que se ha producido un "aumento de la violencia" por la llegada de las elecciones y el cambio de gobernador en Herat. Además, según pudo saber este diario, el CNI ha iniciado misiones antiterroristas en la zona. Pero todos prefieren seguir hablando de la habitual "calma tensa".