Más de dos meses después de que Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez traicionaran al PSOE y dejaran a Rafael Simancas sin posibilidad de hacerse con la presidencia de la Comunidad de Madrid, socialistas y populares siguen enzarzados en una pelea para culpar al otro de la crisis institucional. En las 11 jornadas (casi 154 interminables horas) de comparecencias celebradas hasta ahora por la comisión de investigación, las estrategias de los tres grupos (PSOE, PP e IU) parecen más orientadas a preparar la repetición electoral que al esclarecimiento de lo sucedido. ¿Conspiración inmobiliaria o guerras internas en la Federación Socialista Madrileña (FSM)?

La utilización por el PP de su mayoría para imponer la documentación y los comparecientes que se aceptan perpetúan un túnel oscuro del que no se ve la luz de la salida. Las conclusiones finales las impondrá el PP y no podrán ser aceptables para la izquierda, que pasará de acusadora a acusada.

EJES Y ESTRATEGIAS

La estrategia del PSOE se orientó desde el comienzo a probar que el PP ha estado detrás de la traición "para impedir un Gobierno de progreso en la Comunidad de Madrid". Esteban Verdes, abogado y militante del PP, considerado el puente telefónico entre Tamayo y el PP, ha sido la piedra angular de la tesis socialista. Las repetidas llamadas entre Verdes y Tamayo, y entre Verdes y dos dirigentes del PP --su esposa, la concejala Paloma García Romero, y el secretario general del PP en Madrid, Ricardo Romero de Tejada-- fueron el sustento de esa tesis. Pero el PSOE no ha logrado pasar del plano de las suposiciones al interrogar a los dueños de los móviles. Demostró, eso sí, que las llamadas telefónicas entre aquéllos coincidían sospechosamente con los momentos más decisivos de la crisis.

El PP se atrinchera en que la trama es una "fantasía inventada por el PSOE para no asumir responsabilidades". El portavoz popular en la comisión, Antonio Beteta, se adhirió a la tesis de José María Aznar: "Luchas fratricidas" en la FSM y falta de liderazgo y unidad en el PSOE.

UN GOLPE DEMOLEDOR

La mentira de Romero de Tejada --que no reconoció que estaba en nómina de unos empresarios hasta que una emisora lo sacó a la luz-- ha sido por ahora la principal pieza cobrada por el PSOE. Un golpe demoledor, que obligó al PP a modificar su estrategia para evitar el KO. En un abrir y cerrar de ojos trató de desviar la atención. "De momento, lo más revelador de la investigación ha sido la obtención ilegal por el PSOE de las listas de llamadas telefónicas", soltó el popular Luis Eduardo Cortés. Antonio Beteta fue más lejos: Estamos frente a otro Watergate", exageró.

Pero no pudieron impedir que Romero de Tejada se convirtiera en el caballo de Troya del PSOE. "Si usted mintió, ¿cómo espera que le creamos cuando dice que no preparó con Verdes la fuga de Tamayo?", le echó en cara el socialista Modesto Nolla, que desacreditó así toda la declaración exculpatoria del secretario regional.

El PP también acusó el golpe cuando se denunció el "contrato ficticio" que ligaba a Romero de Tejada con la empresa de fotocopias de dos empresarios inmobiliarios bien relacionados con el partido, Juan Carlos y Fernando Sánchez Lázaro. Esta pista dio pie a nuevas revelaciones, como que los Sánchez eran "asiduos del pádel" con Aznar.

CONTRAOFENSIVA

El PP pasó a la contraofensiva. Javier Arenas culpó a José Luis Rodríguez Zapatero de la obtención ilegal del listado de llamadas e incorporó como comparecientes a dos trabajadores de Telefónica supuestamente responsables de la filtración. La indignación del PSOE y de IU creció porque el PP rechazó su pedido de nuevas declaraciones.

Tras 17 comparecientes y con 12 pendientes, quedan algunos interrogantes. ¿Por qué el PSOE incluyó en sus listas a Tamayo y Sáez si minutos después de su fuga ya les llamaban corruptos? ¿Por qué el PP, si tan seguro está de su inocencia, no accede a que declaren otros dirigentes bajo sospecha? Continuará.