Nadie ha pronunciado su nombre públicamente pero, tras los primeros contactos entre los partidos en el Congreso, empieza a cobrar fuerza la figura del exlehendakari Patxi López como próximo presidente de la Cámara baja. Fuentes socialistas sugieren que puede ser una apuesta viable para el cargo por el consenso que su perfil parece suscitar entre algunas fuerzas políticas que ya han iniciado el diálogo y resultan determinantes para aprobar dicha presidencia.

Las negociaciones son complejas y no hay nada sellado, pero hasta el próximo miércoles, cuando una legislatura de incierto recorrido eche a andar, los socialistas tienen margen para tratar de recabar apoyos. ¿Quiénes estarían dispuestos a que Patxi López fuese el presidente del Congreso?

Abiertamente ningún grupo lo reivindica pero 'sotto voce' se infieren respuestas afirmativas. Desde luego, no del PP, que ya ha anunciado que propondrá candidato propio. Sin embargo, existen posibilidades con la suma de otras fuerzas. El líder de Ciudadanos anunció este jueves que su grupo apoyará a un presidente de la Cámara de distinto color político que el jefe del Gobierno. Albert Rivera abundó en la necesidad de un “acuerdo amplio” para que el poder legislativo esté separado del ejecutivo y, aunque no llegó a pronunciar nombre alguno, reclamó que el presidente sea un “estadista no sectario, con capacidad de diálogo”.

Estas premisas podrían llegar a encajar con la propuesta de los socialistas y, además, fuentes de Ciudadanos apuntan a que con ese apoyo conseguirían desmarcarse del binomio PP-C’s que los populares parecen empeñados en construir y del que Rivera huye para no diluirse.

En una tesitura similar se manifiesta el líder de Democràcia i Llibertat, Francesc Homs, que anunció, tras presentar sus credenciales como diputado en el Parlamento, que su grupo está dispuesto a participar en un cambio de color político en la Mesa del Congreso, lo que fue interpretado como un muy posible apoyo a una presidencia socialista.

LA ROCA DE PODEMOS

Más allá de las esperanzas factibles, los soportes a una presidencia socialista del Congreso tienen condiciones que contribuyen a enredar todavía más una madeja de pactos ya de por si, laberíntica.

La línea roja de Ciudadanos es que Podemos no logre articularse a través de cuatro grupos autónomos, como pretende el partido dePablo Iglesias. Se trata del nudo más difícil de deshacer para lograr un acuerdo que permitiese a Patxi López presidir la Cámara. Los propios socialistas son reacios a otorgar tal prebenda a los podemistas, puesto que multiplicaría por cuatro el presupuesto, los tiempos de intervención y la representación en las comisiones, amén de la visibilidad extra que ganaría el partido morado con tal despliegue.

Para Podemos es “fundamental” conseguir que cada una de sus alianzas -Catalunya, Galicia y Comunidad Valenciana- se constituya como grupo independiente, una especie de satélites que gravitarían entorno al núcleo estatal. Consideran que el resultado de las urnas el 20-D demuestra la plurinacionalidad y que ese concepto ha de entrar en el funcionamiento del Congreso. La dirección admite que no será fácil lograrlo, pero van a reclamarlo hasta el final, no solo por convicción, sino porque además esa reivindicación está comprometida en los pactos firmados con sus alianzas territoriales.

La posibilidad más tangible sería que se pudiesen acercar posiciones con alguna fórmula alternativa, como que los grupos tuviesen voz propia en iniciativas parlamentarias relativas a sus territorios, pero nada está aceptado todavía. Los representantes de PSOE y Podemosquedaron este jueves en trasladar las posibilidades ofrecidas por la otra parte a sus respectivas direcciones para que sean evaluadas y tratar de llegar a un consenso antes del miércoles. Oficialmente, los contactos se retomarán el lunes.

DEMOCRÀCIA I LLIBERTAT, GRUPO PROPIO

Atendiendo al reglamento del Congreso, Podemos cumple para tener grupos independientes con dos requisitos objetivables: un mínimo de 5 diputados y el 15% del voto en la circunscripción en la que se han presentado. Dependerá de la elasticidad de la Mesa aceptar una tercera condición, mucho menos explícita: considerar que En Comú Podem, En Marea y És el Moment se han enfrentado a Podemos en las elecciones.

El caso de Democràcia i Llibertat, también deberá ser valorado por la Mesa. En la circunscripción de Barcelona el partido encabezado por Francesc Homs no llega al requisito del 15% del voto de forma que, siguiendo el reglamento de forma estricta, no le sería posible tener grupo propio y debería integrarse en el Mixto. Fuentes de la coalición, sin embargo, se muestran optimistas y, tras las negociaciones en el Congreso, dan por hecho de que los órganos de la Cámara aplicarán la normativa de forma laxa para que puedan disponer de voz autónoma.

FIGURA CLAVE

La relevancia de la presidencia del Congreso se acrecienta en esta ocasión por el enigmático futuro que depara a la legislatura y por las elevadas probabilidades de que ningún candidato consiga ser investido presidente. Mariano Rajoy ya ha advertido que tratará de formar Gobierno, apelando a una gran coalición -PP, PSOE, Ciudadanos- que parece alejarse a medida que se acerca la posibilidad de elecciones en Catalunya. Ante esta tesitura y con Pedro Sánchezpresionado por los barones socialistas para que no pacte con Podemos, la posibilidad de repetir comicios generales se acrecienta también, aunque el líder socialista sigue albergando la intención de formar un Gobierno de izquierdas.

En este contexto de incertidumbre, es primordial el papel del presidente de la Cámara. La Constitución establece en sus artículos 64 y 99 que tanto la propuesta y el nombramiento del presidente del Gobierno al Rey, como la disolución de las cámaras -si en los dos meses siguientes a la primera votación de investidura ningún candidato obtiene la confianza de los grupos- han de ser refrendadas por el presidente del Congreso. El máximo representante de las Cortes, pues, es formalmente quien inicia un proceso para nuevas elecciones. Hasta el momento, un papel oficial y simbólico, pero a tenor del desasosiego, quizá también un estrecho margen de maniobra.