La derrota socialista del 27 de mayo marcó el fin de las aspiraciones de Joan Ignasi Pla a presidir la Generalitat valenciana. La suerte estaba echada desde la misma noche electoral, pero la incógnita residía en cómo y cuándo se produciría el relevo. Ayer, Pla hizo explícita su intención de no presentarse a la reelección a la secretaría general del PSPV y confirmó que no será candidato en el 2011. Pero aclaró que piensa ejercer el cargo hasta el congreso ordinario que se debe celebrar tras las elecciones generales, y que desde él velará "por la neutralidad" de la organización respecto a los posibles aspirantes y por que se siga "la hoja de ruta" marcada para su relevo.

Este itinerario es el que fijó José Luis Rodríguez Zapatero, para evitar una cadena de dimisiones como las de Miguel Sebastián y Rafael Simancas en Madrid a pocos meses de unos comicios en que el presidente se juega su continuidad en la Moncloa. Pero fue Zapatero quien abrió la caja de Pandora al prescindir de Jordi Sevilla en su Ejecutivo y manifestar que le parecía "muy buena idea" que el exministro "pueda ocupar alguna responsabilidad" en el PSPV.

Sus palabras dejaban más en evidencia el interinato de Pla. Y si Zapatero bendecía a Sevilla, otros postulantes podrían dar un paso al frente. La crisis larvada podía estallar. Así sucedió ayer, aunque en sordina. Primero Pla se aseguró de dejar claro que él se irá, pero aún manda. También dio un espaldarazo a Sevilla, al que calificó de "persona representativa en el socialismo, de gran capacidad intelectual y gran valía política".

A LA CARRERA Y el otro aspirante, el alcalde de Alaquàs, Jorge Alarte, que nunca ha ocultado su intención de dirigir el partido, se lanzó a la carrera. Lo hizo después de pactar con Pla y con el secretario de organización del PSOE, José Blanco, que respetará "la hoja de ruta" y que no pedirá que se convoque un congreso extraordinario antes de las generales.