Los aliados del Gobierno han llegado a la conclusión de que, salvo milagro, ERC no podrá facilitar la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado antes de que haya elecciones en Cataluña. Sus análisis indican que los republicanos no soportarían el estrés de esa votación, porque les acarrearía críticas de traición a escasas semanas de medirse en las urnas con un adversario, JxCat, que defiende la pureza del ideario independentista.

Decididos a dar estabilidad a la legislatura, los socios empujan a Pedro Sánchez a reaccionar: prefieren que el Ejecutivo guarde en un cajón las cuentas públicas del 2020, que en estas circunstancias no podrían salir adelante antes del último trimestre, y empiece ahora a negociar directamente las del 2021, para aprobarlas pasados los comicios catalanes.

Eso permitiría al partido de Oriol Junqueras liberarse de la presión electoral y avalar el proyecto en el Congreso de los Diputados.

Esquerra, PNV y Compromís apoyan esta fórmula. La Moncloa también la sopesa porque las prospecciones del equipo de Sánchez han llegado al mismo diagnóstico: «La abstención de ERC está verde».

Los republicanos no lo niegan. Oficialmente, explican, las negociaciones no han comenzado, pero en conversaciones informales sí se ha esbozado la idea de que sería más productivo para el Gobierno dar por muertos los Presupuestos del 2020 y afanarse en buscar complicidades para el próximo año.

PENDIENTES DE QUIM TORRA / «Una posible solución es sentarnos a negociar los del año que viene y sacarlos en octubre o noviembre, cuando hayan pasado las elecciones», sopesa ERC. Hasta entonces, el presidente catalán, Quim Torra, los tiene en un puño, admiten, porque del president (vía Waterloo) depende la fecha electoral.

El PNV coincide en que en este contexto, pendientes de los comicios catalanes, lo más operativo es arremangarse directamente con las cuentas del año que viene. Si Torra acaba convocando las urnas para octubre -como muchos creen que hará-, sería poco hábil aprobar unos Presupuestos en noviembre y volver a empezar de inmediato todo el trabajo para el proyecto del año siguiente. Los nacionalistas vascos consideran, en cambio, que con unas cuentas para el 2021 aprobadas, el Gobierno gana por lo menos dos años de oxígeno. «Tendría más sentido presentar los del 2021», admite el portavoz parlamentario del PNV, Aitor Esteban.

Desde Compromís también apuestan por apoyar fórmulas que aporten estabilidad al Ejecutivo. «No pondríamos problemas a tramitar directamente los Presupuestos del 2021, pero siempre que se cumplan los acuerdos firmados con el Partido Socialista, en los que se comprometen a medidas paliativas para compensar a la Comunidad Valenciana hasta que no haya nuevos Presupuestos aprobados.

Ahí, por ejemplo, que el Estado asuma su responsabilidad en la financiación de la dependencia es clave. Mientras cumplan con ello, nos parecerá bien», argumenta su portavoz, Joan Baldoví, que pide que la negociación empiece cuanto antes.

Compromís, como los nacionalistas vascos del PNV, no quiere que el Gobierno le presente sus números a última hora y presione con las fechas. Está dispuesto a apoyar, pero reclama tiempo de negociación.

MÁS PAÍS / Sánchez lo tendrá algo más cuesta arriba para convencer a Más País. El partido de Íñigo Errejón cree que el Gobierno socialista no puede permitirse estos meses en blanco, arrastrando más tiempo las cuentas de Mariano Rajoy. «Un Gobierno progresista sin Presupuestos progresistas es un Gobierno viendo pasar el tiempo», analizan fuentes de esta formación. Recuerdan que la ley de Presupuestos «es el instrumento político más importante de un Gobierno; más aún, de un Gobierno que quiere hacer política social avanzada». Piden al Ejecutivo de Pedro Sánchez que sea «valiente» y que presente pronto al Congreso de los Diputados un proyecto «para la transición ecológica y la justicia social» .

Lo cierto es que Sánchez no tiene intención de hacerle caso a Errejón en este asunto. El Ministerio de Hacienda ya ha confirmado que si no cuenta con las garantías de apoyos suficientes no llevará los Presupuestos a la Cámara baja.

Como la posición de ERC impide esa mayoría, cobra fuerza la tesis de que las cuentas del 2020 nunca verán la luz y que lo que se presentará en el Parlamento tras las elecciones catalanas será el texto del 2021.

Esa fórmula ya tiene el camino allanado. El Ejecutivo de coalición, sin avisar a sus socios, incluyó en la votación del techo de gasto la previsión del año que viene. Los aliados no quisieron hacer ruido, dicen, pero tomaron nota de este detalle.