Las luces de alarma siguen encendidas, pero la reacción ha llegado tras meses de incredulidad sobre el deterioro económico. José Luis Rodríguez Zapatero se está volcando en la crisis financiera y está convencido de que una salida multilateral beneficiará a España y a él mismo. Pero ha tenido antes que escuchar a los suyos, quienes le han hecho abrir los ojos y son quienes mantienen la tensión para que él lidere la lucha contra la crisis. Hace un mes, con las bolsas en ebullición y las críticas del PP, varios ministros buscaron la reacción del presidente. Tras la descortesía de Nicolas Sarkozy, que convocó el G-4 sin España, Zapatero tomó su primera decisión de envergadura al convocar a los principales banqueros. Tras la reunión, anunció la garantía de los depósitos hasta 100.000 euros y la creación de un fondo para la adquisición de activos.

El Ministerio de Economía ha sido el que ha estado más encima del presidente. A Pedro Solbes hay que añadir al secretario de Estado, David Vegara. También ha sido clave Alfredo Pérez Rubalcaba, preocupado por el gran agujero que la crisis puede dejar en el mercado laboral.

Fuera del Ejecutivo, José Blanco le ha insistido en que debía tomar la iniciativa. Entre los ministros que no han afrontado la situación está el titular de Industria, Miguel Sebastián, y María Teresa Fernández de la Vega, concentrada en el día a día.

El esfuerzo en política exterior, uno de sus puntos negros, se ha evidenciado como su mejor éxito. Tras el desaire de Sarkozy, Zapatero logró que se convocara el Eurogrupo, donde se acordaron los avales para los bancos. Y ahora busca apoyos para asistir a la cita del G-20.