El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, fue el único miembro de la Conferencia Episcopal Española que ayer defendió al presidente Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao, y el discurso en el que pidió perdón por "actuaciones concretas" de la Iglesia durante la Segunda República y la guerra civil. Amigo, en el ala más progresista del episcopado con Blázquez, vioó "adecuado y respetuosísimo" el discurso, aunque matizó que solo es una opinión.

Las palabras de Blázquez han reabierto el debate y dibujado dos posturas en el seno del episcopado sobre un tema tan delicado. Fuentes episcopales informaron de que la plenaria pasará de puntillas sobre el tema y opinan que la declaración de Blázquez debe inscribirse como un anuncio de precampaña cara a la elección de la nueva cúpula episcopal.

Gobierno y PSOE aplaudieron las palabras de Blázquez. "Le honran. Mucha gente se lo agradecerá", dijo Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia. El titular de Defensa, José Antonio Alonso, cree que llaman a la "concordia y al consenso". Para el portavoz parlamentario socialista, Diego López Garrido, la petición de perdón es "positiva", por lo que su partido le da "máxima importancia".

SIN IMPORTANCIA El PP trató de quitarle hierro. Su portavoz, Eduardo Zaplana, opinó que la declaración no tiene "la más mínima importancia", ya que es "habitual" que la Iglesia hable de perdón. El secretario general del grupo, Jorge Fernández Díaz, opinó que Blázquez "crea controversia" y recordó que la Iglesia sufrió en la guerra civil "la persecución más grande de la historia".