Ni la familia de Diego Armando Estacio ni la de Carlos Alonso Palate tenían mucha idea de lo que es ETA. Eso era antes del sábado. Ahora ya lo saben. Saben que esas iniciales corresponden a algo enquistado en España que les ha partido la vida. Ayer, con la moral y la esperanza por los suelos, seguían aguardando noticias en el hotel donde están alojados. "A ver qué pasa. Estamos desesperados", dijo Winston Estacio, padre de Diego Armando, uno de los dos ciudadanos ecuatorianos desaparecidos. La historia de su hijo es la historia de la emigración, de la búsqueda de una vida mejor. Igual que la de Carlos Alonso, el otro desaparecido. Los familiares todavía usan esa palabra, pero casi todos los dan por muertos.

Winston Estacio está hecho de otra pasta. Si no, no se explica que tenga la deferencia de atender a los medios de comunicación, que le piden un perfil de su hijo. "El se fue de Ecuador porque la situación de nuestro país no es muy buena", declaró el domingo en el pasillo del hotel donde también pernoctan los familiares de Carlos Alonso.

Diego Armando, de 19 años, vino a España hace tres. Y lo hizo para estar junto a su padre. Nada más salir de su país natal, se buscó la vida en Italia, donde residen su madre y su hermana. Al poco tiempo, puso rumbo a España. "La verdad es que él siempre ha estado muy pegado a mí. Siempre he cuidado de él, así que decidió venirse aquí para estar conmigo, con su padre", explicó con un hilo de voz.

Winston, que lleva cinco años viviendo en Madrid, consiguió que su hijo trabajara en la construcción, igual que él. A pesar de que el joven tenía novia, los dos vivían juntos y, últimamente, estaban pensado en comprarse una casa. "Queríamos hacerlo, pero es muy difícil", añadió. Winston sonríe cuando recuerda una de las pasiones de su hijo: el fútbol. "El jugaba --añadió-- en liguillas que organizan los compatriotas en Madrid".

Ante la pregunta del terrorismo, Winston dudó antes de responder. ¿Qué le importa a él ETA cuando lo que está en juego es la vida de su hijo? "Bueno, --respondió-- yo había escuchado un poco qué era ETA, pero... " Y no terminó la frase. La madre de Diego Armando, que no vive con Winston, Jaquelinne Margarita Sivisapa, y su hermana, Carmen Margarita, llegaron el domingo a Barajas.

Sin apenas esperanza

Horas más tarde, también aterrizó en el aeropuerto de Madrid Luis Palate, uno de los hermanos de Carlos Alonso, el otro desaparecido. Antes de llegar a España, en el aeropuerto de Quito (Ecuador), Luis confesó que todavía tenía esperanzas de que la policía encontrara vivo a su hermano. "No quiero ni pensar en la posibilidad de que esté muerto", dijo hecho un manojo de nervios. Cuando, a las 16.00 horas de ayer, aterrizó en Madrid, no le quedaba ni una gota de optimismo. "Me temo lo peor", declaró a la agencia Efe.

Al igual que Diego Armando, Carlos Alonso, de 35 años, se ganaba la vida trabajando en la construcción, en Valencia. Su trabajo era muy importante para él ya que su sueldo servía para mantener a su madre y a sus tres hermanos, que viven en un pueblo cerca de Quito. "Hablé con él el día 28 de diciembre para felicitarle las fiestas", declaró su hermano. Los compañeros de piso de Carlos Alonso grabaron un vídeo en el que se veía al ecuatoriano sonriendo.

Sin megafonía

El sábado, Carlos Alonso acompañó a un amigo a Madrid para ir a buscar a otro familiar. Al igual que Diego Armando --que fue a buscar a la madre de su novia-- se quedó en el coche echando una cabezada. Ninguno de los dos escuchó a la policía cuando intentaban desalojar el párking, que no tiene servicio de megafonía.

Los familiares de Diego Armando y Carlos Alonso acudieron ayer a la T-4. Allí, en compañía del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, vieron cómo los bomberos trabajaban en el párking intentando encontrar a ambos, aunque la esperanza de hallarlos con vida es mínima. El personal de emergencias continúa trabajando en turnos de 24 horas. En Nochevieja, solo pararon para tomar las uvas, pero no hubo brindis con cava. Solo abrazos. Mientras, la T-4 operó ayer ya con normalidad.