Faltaba un minuto para las doce de la noche cuando un silencio cargado de orgullo se apoderó de la Puerta del Sol. Sonaron las campanas y 28.000 personas se sentaron en el suelo y cerraron unas bocas que desde el domingo no han dejado de reivindicar cambios. Cuando el reloj anunció la entrada en el día de la impuesta reflexión, la marabunta se alzó y gritó: "El pueblo unido, jamás será vencido". Esa era su respuesta a la prohibición de la Junta Electoral Central. Y como la letra, si es con música mejor entra, la gente agarró sus llaves y las hizo sonar como un sonajero ensordecedor. Fue emocionante. Lo mejor para algunos desde las movilizaciones de la Transición, y algo único e inimaginable para un montón. Como en el resto de los días, la noche transcurrió sin incidentes. Conscientes de que solo el mantenimiento del orden les salvará del desalojo, han incrementado las patrullas de seguridad, que recorren en pareja el campamento con el anagrama de "respeto". De momento lo han conseguido. Mantener el orden público, evitar incidentes y que no decaigan los debates. Cinco días después, la gente sigue debatiendo en asambleas, en corrillos o en parejas la conveniencia del voto en blanco, nulo o la opción de un partido residual. No cesan los debates, las asambleas, y el campamento sigue creciendo y cada vez roba un cachito más a la Puerta de Sol. Hoy a las dos de la madrugada, el speaker convocaba a una asamblea de Cultura y a otra de reforma de la ley de universidades, junto al Corte Inglés, rebautizado como Cortilandia. Y unos 200 fueron para allí. Porque en Sol es cierto que hay risas, música, baile, flirteos, cervezas, unos cuantos porros y mucha diversión, pero hay también mucha concienciación, mucho debate, muchísima participación. Y no decae. Al contrario. Cada vez hay más política. Y sin duda es de izquierdas. Y a las tres de la mañana, con tanto debate y tanta emoción, pues también hay hambre. Pero se acabó el pan. El spiker, que ahora no solo tiene un equipo de sonido nuevo, sino que le han instalado altavoces en varios rincones del campamento, pide voluntarios para ir a buscar pan. Porque a esas horas hay hambre y poco sueño. Si el jueves durmieron unos 2.000, esta última noche se han quedado el doble. Y con ganas de celebrar su primera victoria. La permanencia en una Puerta del Sol en la que ya quedan pocos espacios que no hayan sido empapelados por el sentido común que abunda en buena parte de las consignas. Como bien escribe Ramón Lobo en su blog: "Hay más inteligencia en los carteles pegados y paseados que en la campaña electoral." Pero que nadie se lleve a engaños. Muchos de los acampados votarán el domingo. Jon Aguirre, por ejemplo, uno de los portavoces de Democracia Real Ya se trasladará a Bilbao para votar. Lo mismo que su compañero de plataforma, Fablio Gándara. Porque creen en la política, pero defienden que este siglo merece una forma distinta y más digna de gestionarla. El campamento esta noche está más animado que nunca. Hay un tuno que entona Guantanamera, y un guitarrista que triunfa arrancándose con una coreada ranchera: El Rey... "Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero" La letra les va como el anillo al dedo. Se sienten reyes por unos días. Y Nikky Schiller una princesa que proyecta sus sueños sobre la fachada del edificio de la comunidad de Madrid. Artista multimedia, activista, inconformista y musa del cyberpunk, Nikky apenas duerme. No ha faltado un solo día al trabajo, pero tampoco a su cita con Sol. Junto al americano Vlad Teichbert, del colectivo Glass Bead, proyectan consignas, mensajes y verdades en todos los idiomas que esperan que muevan el nuevo mundo: igualdad, unidad... La noche se revela contra el sueño. Hay tanto por hacer y celebrar... El sábado será otro día. El de la obligada reflexión. Y desde luego no cabe la menor duda de que lo que está pasando en Sol da para reflexionar. Y sin perder tiempo.