Tomó la palabra el tránsfuga Eduardo Tamayo y provocó la fuga de todos los diputados de la izquierda. Sólo su compañera de deserción, Teresa Sáez, y los parlamentarios del PP se quedaron en sus escaños para escuchar cómo el portavoz del Grupo Mixto arremetía contra el socialista Rafael Simancas y condicionaba su apoyo al PSOE a que éste elija a otro candidato a la investidura.

Para completar la farsa representada ayer en la Asamblea de Madrid, el ya célebre traidor socialista, con su pétreo semblante y una voz a ratos chillona, dirigió sus pullas "al hoy ausente señor Simancas", que seguía sus palabras encerrado en su despacho. También se ausentó durante parte de las dos alocuciones de Tamayo el popular Alberto Ruiz-Gallardón, presidente autonómico en funciones y alcalde de Madrid.

PACTOS INTERNOS

Tamayo no sólo descartó dejar su escaño, como le reclama el PSOE, sino que además exigió la dimisión de Simancas y su sustitución por otro candidato socialista "con la credibilidad necesaria para ocupar la presidencia". Esa fue su condición para apoyar al PSOE y propiciar un Gobierno de izquierdas en Madrid.

Tamayo destinó los 25 minutos de su discurso a desacreditar a Simancas, número uno de la lista en la que él mismo y Sáez concurrieron a las elecciones para obtener sus escaños. Con aplomo de profesional y un inquietante desparpajo, Tamayo definió a Simancas como "el único responsable" de la crisis madrileña, por su "incapacidad política" y por su negativa a cumplir los pactos internos de su partido. Atribuyó su felonía del pasado 10 de junio, cuando junto a Sáez hizo añicos la mayoría de izquierdas, al "pacto humillante" alcanzado entre Simancas e IU para gobernar Madrid. Simancas ignoró los reproches de Tamayo, al que evitó responder.