Por vez primera en la democracia, un tribunal sentencia que ETA, Batasuna y derivados son una misma cosa. Asegura que su fin es proteger la democracia. Pero toda sentencia implica un acto moral, y no necesariamente político.

El Supremo ilegaliza, pero no puede suspender la realidad de que hay un sector social que piensa de una manera, que la sentencia identifica con ETA. Se puede "liquidar el patrimonio" pero la realidad es que en Euskadi no hay 250.000 etarras. Sería para temblar.