"El riesgo de atentado es hoy mayor que el de los días previos al 11-M". Con esta rotundidad se expresó ayer un responsable policial experto en la lucha antiterrorista. Las razones son varias, pero la principal es la instalación en las comarcas de Barcelona y Tarragona de una veintena de terroristas amnistiados por el Gobierno de Argelia.

Estos islamistas radicales han viajado a Cataluña --y en menor medida a otros puntos de España-- en el último año. Se trata de yihadistas --partidarios de la guerra santa-- que salieron de las prisiones argelinas durante el 2006 gracias a un indulto que pretendía poner fin a la violencia en Argelia, que se ha cobrado más de 100.000 muertos desde los 90. Un total de 2.600 condenados por terrorismo se beneficiaron de la Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional, aprobada en el 2005.

REINCORPORADOS Muchos de los 2.600 activistas rompieron su compromiso con el Gobierno de Abdelaziz Buteflika y se reincorporaron a la lucha armada. Lo hicieron en las filas del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) --hoy, Al Qaeda en el Magreb Islámico--. Esta organización, que opera con el nombre de Al Qaeda desde el pasado día 26 de enero, causó la muerte el miércoles de 34 personas e hirió a más de 200. Tres de sus kamikazes hicieron explotar sendos coches bombas en la ciudad de Argel. Ese día, el plan de paz también voló por los aires.

En Cataluña, los yihadistas han reclutado a jóvenes para desestabilizar al régimen argelino o para combatir en Irak. Fuentes policiales estiman en una treintena los kamikazes captados en España en el último año. Esa es una de las tareas principales de los salafistas asentados en nuestro país, que además recogen fondos para la guerra santa.