Los Mossos d’Esquadra aceleraron la detención de Manuel Murillo Sánchez, vecino de Tarrasa de 63 años, porque consideraron que suponía una amenaza real para Pedro Sánchez. En grupos de WhatsApp, este hijo de un alcalde franquista de Rubí había pedido apoyo «logístico» para asesinar al presidente del Gobierno por su plan de exhumar a Franco. El 19 de septiembre fue arrestado por la policía catalana, que encontró en su casa un arsenal con un rifle con mira telescópica incluido. Lleva un mes y medio en prisión. «Quería sacrificarse por España y estaba dispuesto a pagar las consecuencias carcelarias» -subrayó el portavoz de los Mossos, Albert Oliva- que comportara su magnicidio.

Una usuaria de uno de los grupos telemáticos de marcado color españolista, que el partido ultraderechista Vox identificó como una de sus coordinadores territoriales -algo que los Mossos se han negado a confirmar al tratarse de un testigo protegido-, avisó a la policía catalana porque creyó que Murillo estaba hablando en serio.

Los investigadores, tras leer el contenido de los mensajes y trazar un perfil del sospechoso, llegaron a la misma conclusión e informaron al juzgado de guardia de Tarrasa, que no contactó con la Audiencia Nacional al no considerarlo un caso de terrorismo, sino un delito de conspiración de atentado contra la autoridad con uso de arma.

PISTOLERO Y NOSTÁLGICO / «No es ningún loco», se apresuraron a remarcar fuentes cercanas a la investigación. «Es un hombre de 63 años, que no está casado, apenas tiene vínculos sociales y del que no consta ningún historial psiquiátrico», añadieron. Un perfil que inquietó a los policías por dos motivos: era un nostálgico del franquismo que no tenía nada que perder y era un tirador profesional.

Inscrito en el Club de Tiro Tarrasa, fue tildado por su presidente, Alberto Moreno, en declaraciones a TV-3, de «tirador mediocre y de cuarta categoría». Dudó de que se le pueda considerar «un francotirador», porque «disparaba con un arma de aire comprimido». Pero lo cierto es que tanto esta pasión como su profesión, vigilante de seguridad en pequeñas empresas -casi siempre a cargo de tareas de protección de edificios-, le conectaban con las armas.

Conscientes de que era muy probable de que guardara un armamento considerable en su domicilio, los Mossos lo arrestaron en la calle. Lo hicieron el 19 de septiembre, frente al portal de su bloque, apenas cuatro días después de recibir la denuncia. En el interior de su casa apareció un arsenal que cortaba el hipo: pistolas, subfusiles -algunos manipulados para poder ametrallar- e incluso rifles. Uno de estos tenía capacidad para alcanzar un objetivo situado a dos kilómetros de distancia gracias a una mira telescópica. «Fuera o no mediocre no íbamos a esperar a comprobar si fallaba el tiro», aclaran estas mismas fuentes. Para varias de sus armas tenía licencia. Para el rifle y los subfusiles, o los explosivos, no.

LA MONCLOA PIDE «SOSIEGO» / El caso no salió a la luz. Oliva explicó que los Mossos optaron por el silencio «por respeto a la Moncloa y porque el tema afectaba a su seguridad». Aun así, el Gobierno aseguró ayer que la seguridad del presidente «en ningún caso se ha visto comprometida». El propio Sánchez, que agradeció el trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, pidió «sosiego, serenidad, normalidad y trabajo».

El detenido fue un destacado atleta de Rubí y es hijo de Manuel Murillo Iglesias, el último alcalde franquista de esta localidad, desde 1962 hasta 1977. Nacido en 1956, no tiene ningún antecedente penal. Fue cuatro veces campeón de España de los 100 kilómetros en ruta y participó en seis campeonatos del mundo de atletismo. En 1994 y 1996, fue reconocido en la Noche del deporte que organizaban varios medios locales de Rubí.

Está interno en Brians 1. Al juez de Tarrasa, como a los Mossos, no le cabe ninguna duda sobre «la seriedad de su propósito». A Murillo le faltaba solo ayuda para decidir cúando y dónde emularía a Lee Harvey Oswald disparando contra John Fitzerald Kennedy.