En un día de los importantes en su vida como el de ayer, Rodolfo Ares, de 54 años, recordó los orígenes en una humilde aldea de Ourense. Sus padres emigraron a Bilbao en busca de trabajo y futuro y lo dieron todo por él, un maestro industrial, al que sus convicciones llevaron pronto a la política y al PSE.

Se ha recorrido el partido en todos los escalafones y se lo conoce como la palma de la mano. Dicen que es la historia viva del PSE en los últimos 30 años y que controla el aparato como pocos. Y lo ha hecho con su experiencia en el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Vizcaya y el Parlamento vasco. ETA consiguió la llave de su portal en un barrio bilbaíno del que no se va.