El debate de política general era el debate más importante del año en Cataluña. Era. Al actual contexto de división en bloques radicalizados y de dificultades del Govern para presentarse con una mayoría parlamentaria, se le han añadido unas nuevas elecciones a la vista y los nervios crecientes por la inminente sentencia del procés. Un cóctel que mostró, además del debate real sobre políticas sociales o económicas -el presidente de la Generalitat dedicó solo 25 minutos a toda la oposición en bloque en lugar de contestar uno a uno-, la ausencia de autocrítica y la tensión añadida por un Quim Torra que, mientras seguía el debate, desafiaba el plazo dado por la justicia para que retire la pancarta de apoyo a los políticos presos del Palau de la Generalitat.

Entre un montón de monólogos mitineros, una sola puerta abierta al diálogo: la de los comuns para negociar los presupuestos del 2020, si bien con coondiciones. En cambio, la CUP, de nuevo, se alejaba del abrazo que trataba de darle el president. Tan solo un guiño de acuerdo: una resolución conjunta de JxCat, ERC y la CUP.

De entrada, en dos horas de intervención inicial, Torra impuso un tono triunfalista pero poco vigoroso en la gestión interna («Cataluña va bien», llegó a decir por la tarde) y exento de autocrítica. Un tono más elevado contra el Estado, pero una hoja de ruta inconcreta respecto a la famosa respuesta unitaria que el independentismo trata de hilvanar ante la inminente sentencia del Supremo sobre el 1-O.

Así, en el terreno independentista, a escasos días de la sentencia del Supremo, Torra pareció guardar sus cartas. Se limitó a proponer una respuesta en positivo al veredicto del Supremo sobre el 1-O. Sí mostró firmeza cuando interpeló al Gobierno central: «Que quede siempre claro. Siempre querremos el diálogo, pero como no se sienten en la mesa, nosotros seguiremos adelante y no nos pararemos». ¿Qué significa eso? «Volveremos a ejercer todos los derechos que nos sean negados, incluido el derecho de autodeterminación». De nuevo sin más concreciones.

También pensando en el día siguiente de la sentencia, Esquerra marcó perfil con un discurso en el que defendió ampliar la base social independentista como prioridad («ser más para ganar por desbordamiento», según el republicano Sergi Sabrià) e ir a unas elecciones -que son anatema para Torra y JxCat- para superar el 50% de votos secesionistas. Y la CUP, en cambio, apeló al poder popular y el desacato.

LOS CDR Y LA PANCARTA / Durante el debate, también mostró firmeza Torra en contra de la detención de los miembros de los CDR acusados de terrorismo, que tachó de operación política y mediática, y en su propósito de no retirar la pancarta de Palau mientras se resuelve su recurso. De hecho, invocó ayer ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) su derecho a la libertad de expresión y defendió que la pancarta es una manifestación «política» que no debe ser «fiscalizada» por la jurisdicción contenciosa.

El juez Manuel García Castellón interrogará hoy a los siete miembros de los CDR detenidos el lunes por delitos de rebelión, terrorismo y tenencia de explosivos, con los que se cree estarían preparando artefactos.