El futuro presidente de la Xunta de Galicia, el socialista Emilio Pérez Touriño, repasó ayer en el debate de su investidura los puntos clave del contrato que su partido firmó con el BNG para formar un Gobierno bipartito, y se comprometió a reclamar al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero una inversión extra que palíe el déficit histórico de infraestructuras en su comunidad. Durante el discurso, en el que Touriño intentó lograr la confianza del Parlamento, no faltaron críticas al sistema "clientelar" del Gobierno de Fraga, para el que tuvo, no obstante, palabras de reconocimiento.

Una de las primeras medidas que adoptará Touriño cuando tome posesión será "abrir un proceso de diálogo y negociación" con el presidente del Gobierno central sobre cuestiones "del máximo interés para Galicia". El líder socialista destacó "la corrección del déficit estructural acumulado" en empleo, educación, sanidad e infraestructuras, y pedirá al Ejecutivo "al menos el 8%" de la inversión total del Plan Estatal de Infraestructuras y Transportes, con lo que espera saldar la deuda histórica que el BNG cuantifica en 21.000 millones de euros. Y es que Touriño pretende mantener un "principio de cooperación activa" con el Ejecutivo central y con los de otras comunidades autónomas, en contraposición a la "actitud del Gobierno de Fraga".

OPACIDAD Y PARTIDISMO Si la mejora de las relaciones externas de Galicia es uno de los pilares de la nueva política de Touriño, otro es acabar con el "clientelismo" del anterior Ejecutivo. "Mientras no desaparezca la opacidad, el partidismo y la discrecionalidad sin control, no se podrá decir que hubo cambio en Galicia", dijo, y añadió que "si hay un ámbito que necesita un cambio rápido, intenso y profundo" es el de las prácticas políticas llevadas a cabo por la Administración de Fraga, de las que "hay poco que conservar". Según él, en los 15 años de Fraga, la gestión se caracterizó por "una cultura que, por decirlo suavemente, no es compatible con los valores y con el funcionamiento de una democracia moderna". No obstante, Touriño tuvo palabras de reconocimiento para Fraga: "Discrepamos mucho en el pasado y todo indica que seguiremos haciéndolo con frecuencia, pero sepa usted que siempre tendrá mi respeto político, personal e institucional".

Pese a ello, el futuro presidente prometió que durante su mandato, será la sociedad la que "controle al Gobierno, no al revés" y subrayó que "ése será uno de los grandes cambios entre el pasado y el futuro". El nuevo Gobierno que quiere para Galicia es una "fuerza de integración", dijo. "A partir de este momento, los míos son todos y cada uno de los ciudadanos de Galicia", sentenció. En este sentido, subrayó que la integración implica "política de diálogo en la búsqueda del consenso político y de la concertación social".

CULTURA DE COALICION También defendió la "cultura de las coaliciones" por cuanto supone "interpretar adecuadamente la voluntad de la mayoría electoral" surgida de las urnas y, en consecuencia, garantizó que el bipartito será "un gobierno con el respaldo inicial del 53 por ciento de los votantes y con la firme voluntad de gobernar para el cien por cien de los gallegos".

La tercera pata del nuevo Gobierno que plantea Touriño es el desarrollo económico y social. Para ello prometió buscar "un mecanismo de diálogo" que avance "en el pacto por el empleo". También apostará por "el desarrollo y la innovación tecnológica", la "cohesión territorial" y la "normalización social", impulsando la paridad mujer- hombre en el trabajo y potenciando la conciliación de vida familiar y laboral.

El futuro presidente resumió las líneas de su discurso en tres conceptos: "Modernización, autogobierno y cohesión". Con estas ideas terminó su intervención en un debate de investidura que queda suspendido hasta mañana, cuando Fraga y el nacionalista Quintana ofrecerán sus réplicas en el Parlamento.