Le aguarda tarea y mucha al nuevo presidente popular. Recibe un partido que en su mayoría tiene toda la pinta de resistir cómodo tras el último dogma del aznarismo que sigue inconmovible: tenemos razón y se equivoca el mundo. Sacarlos de ahí le va a costar paciencia y muchos puros.

Su primer trabajo es ventilar la cabeza y el corazón de una organización que lleva demasiado tiempo con los ojos y los oídos cerrados a cal y canto. Ni su colosal sentido del humor pudo humanizar esta cara tan amarga que mostró en su clausura un congreso que se pretendía de renovación, pero acabó con silbidos para la representación de la federación de gays y lesbianas, abucheos para una aparición de segundos de Felipe González durante la proyección de un vídeo- homenaje al presidente saliente que haría enrojecer de vergüenza al papparazzo más osado o esa pésima costumbre de usar en el límite de la decencia el drama del terrorismo para quedárselo como si fuera una franquicia.

Su segundo trabajo es Aznar. El plan A, nombrarle presidente para darle la oportunidad de salir por una puerta un poco más grande que esa tan pequeña que la historia parece reservarle, ha fallado. Funcionó y funciona con Fraga. Aznar es el problema. "Tendré que pasar al plan B", parecía pensar Rajoy revolviéndose en un asiento que se le hacía cada vez más incómodo, mientras Aznar enterraba en cal dialéctica la que debía ser su gran fiesta de graduación. El nuevo presidente tendrá que escoger si mira hacia delante con Gallardón o Rato, o se queda en el rincón de la historia donde tantos aplaudían enfebrecidos a un Aznar que sólo sabe hablar de lo suyo y a quien lo único que le queda es el discurso del miedo, el ruido y la furia. Ya perdió unas elecciones por no escoger su camino cuando debía hacerlo. En su mano está no tropezar en el mismo Aznar.

Carpetazo al pasado

Rajoy dio señales de escoger mirar hacia delante. En su discurso zanjó el pasado con una frase sencilla y firme, para centrarse en ofrecer la mejor versión de sí mismo. Agudo, fino e irónico. Pero la audiencia estaba más por la sal gorda. Sólo los ponía en pie la patada al estómago del rival.

Su tercer trabajo será demostrar que posee una alternativa de gobierno. Si la tiene, ayer, o no la tenía a mano, o prefirió guardarla para mejor ocasión. Para cuando empiece o acabe de deconstruir a Aznar.