No se trata de una medida partidista o electoral. Sin demagogia de ningún género, la acción militar contra Irak es un asunto que implica a vidas humanas parapetadas tras el muro de protección creado por la voz de la mayoría de los europeos, incluyendo a los ediles populares de ayuntamientos tan calientes como el de Morón. Que Aznar colabore a la división de la UE y se someta a las directrices de Bush es un acto de traición a esa realidad y a los compromisos del PP. Por eso la presión contra la guerra no sólo ha de estar en la calle, sino también en los foros políticos. En la casa del traidor.