El líder de Podemos, Pablo Iglesias, sigue desplegando su campaña electoral para intentar remontar una grave crisis interna en vísperas de unas generales. Continúa con la denuncia de una supuesta connivencia entre los grupos de poder y los medios de comunicación para frenar a organizaciones que, como la suya, suponen un dedo en la llaga del sistema. Esa es la esencia de un discurso con el que volvió al ruedo de la política el pasado sábado y que ha tomado alas y cuerpo al conocerse, oficialmente, que fue objeto como mínimo de una trama policial en la que participaba el excomisario José Villarejo.

De hecho, cuando él convocó a los suyos en Madrid hace una semana y recuperó un mensaje férreo, contra lo que antaño llamaba «casta» y enarboló un vienen a por nosotros, ya sabía que los tribunales estaban estudiando el robo del móvil a una de sus colaboradoras en Europa con información personal y política sensible. Y, seguramente, que el asunto daría mucho que hablar en un momento en que Podemos necesitaba pasar a la primera línea.

En este contexto, Iglesias, que se personó en la causa que se sigue en la Audiencia Nacional como afectado el pasado miércoles, intenta no hablar en exceso de detalles que están bajo secreto de sumario. Pero sí dice abiertamente que cree no haber sido víctima solo de una operación de la cloaca policial, sino también de una conspiración política auspiciada por el PP de Mariano Rajoy y, como poco, usada en su provecho político por Soraya Sáenz de Santamaría. Sostiene que el objetivo era evitar que su formación llegase al poder en el 2016. «Villarejo es un corrupto, pero la vinculación del PP es bastante evidente», recalcó ayer en la Ser. El comisario, también ante el juez, negó sin embargo una operación de ese calado contra Podemos y lo dejó en una mera «investigación policial» que se habría abierto, según su versión, después de recibir una copia de la tarjeta del teléfono sustraido.

Las tres patas / A juicio de Iglesias, todo esto es una trama con tres patas. La primera, la policial. Alude directamente a ese grupo extraoficial, la «policía patriótica», al que perteneció Villarejo cuando Eugenio Pino era responsable de la Dirección Adjunta Operativa (DAO), Jorge Férnandez Díaz el ministro y Francisco Martínez el secretario de Estado. Por cierto, estos dos últimos sin escaño que les garantice aforamiento en la próxima legislatura por decisión de Casado, que de momento rehúye valorar este escándalo.

La segunda pata sería «gubernamental» para dar «órdenes y coberturas». «Ahí parece que se apunta al gobierno del PP», dijo Iglesias, quien no se privó de destacar las hipotéticas coincidencias entre argumentos en su día esgrimidos por la vicepresidenta Santamaría e informes elaborados contra él. De paso, arremetió contra el PSOE por no haber impulsado en la comisión de investigación sobre la policía política que compareciera el polémico excomisario. Por último, habló de una tercera pata, la mediática. Aquí cargó directamente contra OK Diario y Eduardo Inda.