"No estaban rezando el rosario precisamente". Eso contó ayer el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando le preguntaron qué hacía el hasta ayer jefe de ETA, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, Ata, junto a su lugarteniente Arkaitz Agirregabiria y Maite Aranalde, en un piso de una céntrica urbanización de Bayona, armados, a las seis de la mañana. Fuentes de la lucha antiterrorista confirmaron ayer a este diario que los tres etarras preparaban un nuevo atentado. Además de las tres pistolas intervenidas, los investigadores se incautaron de tres ordenadores.

Ante la prensa, Rubalcaba no quiso valorar si estas detenciones silenciarán las acusaciones al Gobierno de estar dialogando a escondidas con ETA. "Estas detenciones solo demuestran que ETA está en lo que está y nosotros estamos a lo que estamos, que es detenerlos", dijo. Otros miembros del Gobierno sí aprovecharon la caída del jefe de ETA para callar la boca de algunos dirigentes del PP. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega fue la primera en disparar: "Las detenciones confirman una vez más y con toda rotundidad que el único objetivo del Gobierno es acabar con ETA".