La localidad pirenaica de Cauterets (Francia) es un auténtico capricho para los amantes del esquí. Dispone de 25.000 plazas de alojamiento y, en vísperas de la apertura de la temporada invernal, acoge una avalancha de amantes de la nieve. La preciosa villa señorial, que apenas llega a los 3.000 habitantes censados, era a priori un escondite perfecto para Mikel Garikoitz Aspiazu, Txeroki , y Leire López Zurutuza.

Los dos etarras se hicieron pasar por ciudadanos italianos, aunque a nadie le hubiera llamado la atención que dos vascos alquilaran un estudio durante unos días. Esta estación es uno de los destinos más visitados por los esquiadores procedentes de Euskadi y, de hecho, destacados dirigentes del PNV la frecuentan atraídos por la calidad de sus pistas y su belleza arquitectónica.

Los vecinos se mostraron muy sorprendidos por la detención de los dos terroristas en un lugar tan alejado del País Vasco francés. La presencia policial y los pormenores de la operación capitalizaban las conversaciones, aunque nadie recordaba haber visto a los etarras. Solo quienes vivían en la calle de Richelieu, donde está el apartamento ocupado por Txeroki , oyeron ruidos sospechosos por la noche.

GRITOS Y RESISTENCIA A media tarde la tranquilidad de esta preciosa localidad se vio brevemente interrumpida junto al cordón policial de la calle de Richelieu. Finalizaron entonces las tareas de registro que habían durado 15 horas en un diminuto estudio. Durante unos minutos, los etarras se hicieron oír, resistiéndose a ser introducidos en un vehículo policial y lanzando vivas a ETA y gritos "Gora Euskadi Askatuta" (viva Euskadi libre). Salieron tapados con mantas, por lo que no se pudo apreciar si el número uno de ETA había cambiado su apariencia respecto a los carteles repartidos por las Fuerzas de Seguridad españolas. Tras las voces, regresó de nuevo la tranquilidad.

La mujer que alquiló el pequeño estudio a los dos presuntos etarras estaba muy "afectada", según relató una amiga suya a los numerosos medios desplazados a Cauterets. Txeroki y su compañera supieron ganarse la confianza de esta mujer, que solo cedía el piso a gente conocida, en muchos casos procedente de Bilbao. El hecho de que permitiera que dos desconocidos ocuparan el estudio sorprendió ayer a sus amistades, ya que, además, reside en el piso inferior.

Los aficionados vascos al esquí saben que en sus viajes a Candanchú o Formigal, sus destinos preferidos en el Pirineo Aragonés, suelen encontrarse con numerosos controles de la Guardia Civil de día y de noche. Sin embargo, en los desplazamientos a Cauterets o a la cercana Luz Ardiden no hay ninguna presencia policial francesa.

Junto a la menor vigilancia en las carreteras, los etarras tenían otras razones para refugiarse en Cauterets. Podían confundirse con los miles de personas que se alojan cada semana en sus hoteles o apartamentos, atraídos por sus privilegiadas pistas de esquí y sus termas.