El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, está dispuesto a mediar de nuevo entre el Gobierno central y ETA en un futuro proceso de paz, si sus servicios fueran requeridos y se dieran las condiciones necesarias. A escasos días de dejar la diócesis de Guipúzcoa, admitió el jueves también sentirse muy "dolido" por las acusaciones que ha recibido en los últimos años de estar más cerca de los terroristas que de las víctimas. El prelado accedió a ser entrevistado en ETB, la televisión pública vasca, en vísperas de la controvertida llegada del nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que tomará posesión del cargo el 9 de enero con la oposición de la mayoría del clero guipuzcoano.

En esta despedida, Uriarte deseó que la sociedad encuentre "fórmulas para vivir de manera consensuada y unida", y recordó que "la paz verdadera" conlleva "la pacificación, la concertación política y la reconciliación". Además, añadió que para alcanzarla es imprescindible "buscar toda la verdad, practicar la justicia y perdonar y pedir perdón".

El prelado anheló que pronto acabe "la pesadilla de ETA" y negó que la Iglesia vasca se haya mostrado "equidistante" ante la violencia terrorista. Lamentó en especial que le hayan acusado de estar "más cerca de los verdugos que de las víctimas", y aseguró para defenderse que ha "fustigado fuertemente, cientos de veces, el desatino de la banda".

NINGUN ARREPENTIMIENTO Uriarte hizo de enlace entre el Gobierno de José María Aznar y miembros de la banda durante 1999, y ahora volvería a actuar de mediador "si fuera necesario". El jueves quiso recordar que contribuir a la pacificación era uno de sus "grandes objetivos" cuando se puso al frente de la Iglesia guipuzcoana y, pese al fracaso de las conversaciones, lo intentaría de nuevo. "No estoy nada arrepentido", apostilló.

Además, explicó que un proceso de pacificación puede descarrilar fácilmente "cuando se interfieren ideologías muy compactas e intransigencias", por lo que recomendó prudencia "y llevar las cosas por una vía sumamente discreta". En cualquier caso, sobre las posibilidades reales de que la paz llegue a Euskadi, optó por hablar "de esperanza más que de optimismo".