El PNV lo ve ahora claro. O logra aunar el trabajo de las distintas fuerzas del nacionalismo democrático institucional en torno a una misma apuesta o la alianza de socialistas y populares tiene asegurado un camino de éxitos. De ahí que el líder de los peneuvistas, Iñigo Urkullu, aprovechara ayer la celebración en Bilbao del Aberri Eguna para hacer un llamamiento a la unidad.

Esa apelación a un año vista de las municipales, que en Euskadi son también forales, denota cierta preocupación y se basa en la idea de que la izquierda aberzale ilegalizada no tendrá posibilidad de acudir a las urnas con una marca propia. Esta situación y la proliferación de siglas nacionalistas pueden dejar al PNV en una posición delicada. De hecho, un renovado pacto del PSE y el PP supondría un riesgo evidente para la continuidad del PNV al frente de las tres diputaciones.

El partido de Urkullu hace números y ha llegado a la conclusión de que "la atomización sin precedentes" del sector nacionalista puede favorecer a sus adversarios. Por ello, y sin alusiones a los flirteos de Eusko Alkartasuna (EA) con la izquierda aberzale ilegalizada, el presidente del PNV hizo un guiño a quienes hasta hace un año fueron aliados en el Gobierno vasco: llegó a decir que, en aras de la unidad nacionalista, su partido está dispuesto a "superar" los errores cometidos.