Seguridad. Cultura. Gestión. Justicia. Con estas carteras acudió este miércoles el alcaldable Manuel Valls a un coloquio en el Círculo Ecuestre. Desbordó la sala y habilitaron un supletorio. Y se creció, arropado por atentos empresarios. Un Valls visiblemente desatado, más cómodo que a pie de calle, y con un discurso que él mismo consideró fruto de un "diagnostico radical" se reclinó en el atril. "No es el momento de ser blando ni de terceras vías", inauguró.

Se sirvió de la inseguridad ciudadana, un fenómeno que despunta como preocupación en el último barómetro del consistorio barcelonés, para atar un discurso que le erigiera como antídoto ante el "follón", ante el "desastre" del que culpa a la alcaldesa Ada Colau. Dibujó una Barcelona "parada y amenazada" por protestas, dirigida por unas autoridades que "se pasan la responsabilidad como una patata caliente", sin hacer frente al "colapso" de la Gran Via y al "bloqueo" de los manteros en la plaza de Cataluña. "La seguridad que dábamos por garantizada se está deteriorando", insistió, y prometió "acabar con el 'Top Manta'".

Recogió tópico, tiró del lema de Xavier García Albiol en Badalona para proclamar que, con su candidatura a alcaldable se avecina una ciudad "cívica, ordenada, y limpia". "La recuperaremos", anunció, "con confianza".

"EL NACIONALISMO ES GUERRA"

Se defendió como corrector frente al "deterioro", a la "trampa populista" y "radicalismo nacionalista", y promulgó incrementar iniciativas empresariales y oferta cultural. "El nacionalismo es guerra", entonó parafraseando a Mitterrand, y reiteró que "no habrá alianzas con los extremos ni con los separatistas", aún con la alargada sombra del pacto andaluz. Pidió así "ayuda" a sus oyentes. "No quiero que mi ciudad sea sinónimo de prostitución y droga", aseveró contra los narcopisos, y sugirió la necesidad de abanderar una nueva gestión basada en la seguridad.

"Pero Barcelona no es un pueblo". Recurrió así al 'Europa nos mira', pero no del que tira el independentismo, para defender la desregulación y el impulso económico contra el "pesimismo". "¿Qué es este modelo que lo quiere prohibir todo?", desdeñó, y tomó como ejemplo la nueva normativa sobre los vehículos de transporte con conductor (VTC).

Valls se felicitó por el apoyo de los partidos que le aúpan, Ciutadans, y desde ayer también Lliures. "Queda tiempo para las sorpresas", sonrió. Y redujo el debate de las próximas municipales a una elección "entre la democracia y el retorno del nacionalismo". Eligió mencionando que la mezcla entre el "populismo municipal y el independentismo sería catastrófica".