El cardenal estadounidense Bernard Law, de 73 años, de quien la Santa Sede aceptó la renuncia como arzobispo de Boston hace tres años tras demostrarse ante los tribunales que había encubierto a varios sacerdotes que practicaban la pederastia, presidirá hoy en la basílica de San Pedro la misa solemne en sufragio del alma de Papa.

La congregación de cardenales eligió a Law días atrás para formar parte del grupo de dirigentes eclesiásticos que, desde el pasado sábado, presiden las ceremonias en memoria de Karol Wojtyla durante los nueve días previos al inicio del cónclave.

La decisión de la congregación de purpurados, que actúa de gobierno interino de la Iglesia católica durante el periodo en que el sillón del Papa está vacante, viene a ratificar la situación de privilegio de la que viene disfrutando el cardenal desde que llegó a Roma, tras ser defenestrado de su diócesis.

RETIRO DORADO Lejos de ser arrinconado por su complicidad en el escándalo que ha sacudido a la Iglesia católica de EEUU, Law vive un retiro dorado en Roma, donde ejerce como cardenal titular de la iglesia de la Santa Susanna, que cuida de la atención espiritual de los estadounidenses en la ciudad, y arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor, una de las grandes iglesias de la capital, donde preside la misa en grandes ocasiones.

El papel destacado que los príncipes de la Iglesia han otorgado al antiguo arzobispo de Boston en los actos de despedida del Papa polaco ha provocado protestas en la prensa de EEUU, donde se reprocha al Vaticano la falta de sensibilidad hacia las víctimas de los abusos sexuales y se ha llegado a reclamar que se reconsiderase la propuesta.

En Roma también se han levantado voces en contra de la labor confiada a Law, porque podría reabrir heridas que empezaban a cicatrizar. El jesuita Keith F. Pecklers, profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana ha señalado que eso demuestra la distancia que existe entre "cómo ve las cosas el Vaticano y como las ve la Iglesia de EEUU".

Law compartirá el privilegio de presidir una de las misas que se celebran en San Pedro por Juan Pablo II con el vicario de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal italiana, Camillo Ruini, que dirigió la ceremonia ayer. Ruini pidió que se preste menos atención al sucesor mientras no llega el cónclave.

De no haber sido operado del corazón, el vicario romano sería un candidato bien situado en la carrera electoral, pero hace tiempo que abandonó el estudio de varios idiomas para poder estar preparado si llegaba la ocasión.

El miércoles llegará turno del arzobispo argentino Leonardo Sandri, el número tres del Vaticano, que en los últimos tiempos prestó su voz al Papa en los discursos públicos. El cardenal chileno Jorge Medina Estévez presidirá el oficio del sábado. Medina es el purpurado encargado de asomarse al balcón principal de la basílica de San Pedro para anunciar el nombre del nuevo Papa, antes de que el sucesor de Karol Wojtyla haga su primera aparición en el mismo balcón.

ATENTOS A LA HOMILIA A las ceremonias que se celebran durante los nueve días de duelo previos al encierro de los electores en la capilla Sixtina acude buena parte de la plana mayor de la Iglesia y los vaticanistas están atentos a las homilías de los oficiantes porque, en ocasiones, se manifiestan opiniones que tratan de orientar la elección del Pontífice.