José Luis Rodríguez Zapatero ha cedido a las presiones del PSOE de Madrid tras el fiasco de la candidatura de José Bono y ya incluye a María Teresa Fernández de la Vega entre los posibles aspirantes a la alcaldía de Madrid. La vicepresidenta gana enteros para la puja del 2007, tanto por su valorado perfil como por la ausencia de otros nombres. El líder socialista es quien tiene la última palabra en la designación de su número uno para la capital, y se ocupará personalmente de convencer al candidato y de anunciar el nombre del elegido.

A día de ayer, el presidente del Gobierno no tenía una decisión tomada, y en una conversación informal en el Senado aseguró que se dará tiempo para hacerlo hasta que pasen las elecciones catalanas. Zapatero baraja otras opciones además de su vicepresidenta, señalan fuentes de la dirección del PSOE, pero ya nadie se atreve a descartar que acabe por encargar esa responsabilidad a De la Vega.

LEALTAD FUERA DE DUDAS Hasta hace unas semanas, el jefe del Ejecutivo impedía que los dirigentes del PSOE de Madrid le mencionaran siquiera a De la Vega como candidata ideal. Era el tiempo en que aún creía poder convencer a Bono para que se enfrentara el próximo mayo a Alberto Ruiz-Gallardón. Pero la negativa de Bono a encabezar la lista socialista y a las expectativas creadas en torno al alto perfil del aspirante han obligado al líder del PSOE a reconsiderar su cerrazón e incluir a su mano derecha en la quiniela de la candidatura de Madrid.

La vicepresidenta no quiere pronunciarse en público sobre su interés en ser candidata, pero son muchos los socialistas que opinan que no lo desea. Muchos más, en cambio, aseguran que aceptará el encargo si Zapatero se lo pide. "Su lealtad al presidente está fuera de toda duda", afirman fuentes de la Moncloa.

La opción De la Vega ha suscitado un soterrado debate en la dirección del PSOE y en el Gobierno. No hay discrepancia sobre sus expectativas de éxito --es la integrante del Ejecutivo mejor valorada en todas las encuestas--, pero su perfil marcadamente progresista y feminista puede ser un inconveniente para arrastrar al votante de centro de la capital de España, apuntan algunas fuentes.

Tampoco se le presume la virtud que se le atribuía a Bono de lograr sufragios entre los adeptos al PP que reniegan de Gallardón. Entre los más cercanos al Gobierno, cunde el temor de que el presidente "desvista un santo para vestir otro", en alusión al papel que ahora juega De la Vega en el Ejecutivo.