El PP se está gustando cada vez más en su coqueteo con los damnificados por la crisis y los planes del Gobierno para combatirla. La tentación de rascar votos en el descontento del electorado del PSOE afectado por el recorte del gasto público y las reformas es tan irresistible que los conservadores han priorizado en su discurso la defensa de los derechos sociales y laborales.

Ante esta evidencia, los socialistas están contratacando a medio camino entre el "sonrojo" que dicen sufrir al ver al PP convertido en una suerte del PT del presidente brasileño, Lula, y la descalificación de una estrategia que tachan de "absurda".

CARA A CARA La escenificación de esas dos posturas se vivió ayer con toda su crudeza en el clásico cara a cara de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y la portavoz de los populares en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, en la sesión de control al Gobierno de los miércoles en la Cámara baja.

Sáenz de Santamaría abrió su intervención uniendo en un cóctel explosivo la rebaja del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones, la subida del IVA y la del recibo de la luz. "El coste de la desconfianza que generan dentro y fuera de España los errores de Zapatero está empezando a ser insoportable. Están llevando a la clase media a una situación límite", dijo la dirigente popular, que recurrió a la ironía en clave historiográfica para acuñar un nuevo término. "Siempre pagan los mismos y, encima, el Ejecutivo no les da explicaciones. El estilo de Zapatero es el del despotismo endeudado. Gobernar a costa del pueblo, pero sin el pueblo", afirmó.

EPOCA DE BONANZA De la Vega replicó asegurando que el PP gobernó en una "época de bonanza económica", pero ha tenido que volver el PSOE a la Moncloa para que el gasto social haya aumentado el 52% en seis años, hayan subido las pensiones y el salario mínimo, y se haya puesto en marcha la ley de la dependencia y el permiso de paternidad.

"Eso es apoyar a las clases medias", aseguró. La vicepresidenta echó mano también del manual de historia y del sentido del humor para retratar al principal partido de la oposición. "Les oímos decir unas cosas que causan sonrojo, incluso a su propio partido. A este paso van a terminar abrazando el marxismo-leninismo. Y se quedarán tan panchos", sentenció.

La número dos del Ejecutivo afeó a los populares su estrategia de oponerse a todo para desgastar al PSOE en las urnas. "A eso lo llaman patriotismo. Yo lo llamo oportunismo para rebañar el plato electoral. Qué pena, qué papelón", concluyó.