Mediaba marzo pasado cuando el genetista José Antonio Lorente se sentó al volante y, con los útiles de investigación en el maletero --una simple caja--, enfiló la carretera rumbo a Priaranza del Bierzo (León), donde se acababa de exhumar una fosa de represaliados republicanos a instancias de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Casi un año después, el equipo de investigación que Lorente dirige en la Facultad de Medicina Legal de la Universidad de Granada está a punto de concluir sus pesquisas: de resultar positivas las pruebas genéticas, ésta sería la primera vez en que el ADN identifica víctimas de la guerra civil.

De la fosa de El Bierzo se extrajeron muestras de cuatro personas --"fragmentos de hueso de zonas compactas, como el fémur o las costillas", explica el profesor--, cuyas identidades corresponderían presuntamente a Juan F. Falagán, Emilio Silva, Manuel Lago y Enrique González Miguel, asesinados el 16 de octubre de 1936 junto con otras nueve personas.

VIA MATERNA

El departamento que Lorente dirige en Granada utiliza el método de análisis del ADN mitocondrial. "A diferencia del convencional o autosómico, el ADN mitocondrial se hereda sólo de la madre, y al ser más pequeño en tamaño y existir en cantidades mayores en la célula, resiste mejor el paso del tiempo, por lo que se estudia de modo preferente en materiales como el hueso". En contrapartida, el ADN mitocondrial es más complejo porque hay que "secuenciarlo": de cada caso particular surgen 16.569 pares de bases, de los que sólo se contrastan algunas series (entre 400 y 5.000 pares) para la identificación.

La dificultad técnica de estas pruebas justifica quizá la tardanza en la obtención de resultados, pero para los familiares la espera se eterniza. Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, confía en que el ADN confirme que su abuelo fue ejecutado de un tiro en la nuca y su cuerpo enterrado en una cuneta, debajo de un nogal. Emilio Silva viajó hasta Argentina para obtener células de la única descendiente directa por vía materna del abuelo asesinado y contrastarlas con el ADN de los huesos. "Son células de la boca, lo que los profanos entienden por saliva, que se obtienen presionando con un bastoncillo de algodón dentro de la mejilla", explica Lorente.

Emilio Silva sostiene su esperanza en algo tan prosaico como un peine: "Cuando los arqueólogos y forenses excavaron la fosa y cribaron la tierra para hallar posibles pruebas --botones, hebillas, zapatos--, encontraron un peine en perfecto estado de conservación de la marca Hercules Kamm... Esa marca sólo se comercializaba en Estados Unidos, y ¡mi abuelo había vivido en Nueva York! Viajó allí antes de casarse con mi abuela".

DE FORMA GRATUITA

El profesor José Antonio Lorente y su equipo (entre 10 y 12 personas) realizan las pruebas del ADN mitocondrial a los restos de Priaranza del Bierzo de forma gratuita. "El coste medio de cada prueba es de unos 3.000 euros (500.000 pesetas), incluidas las muestras de comparación de dos familiares".

El genetista Lorente fue el impulsor en 1999 del Programa de Identificación Genética de Personas Desaparecidas (Fénix) con la ayuda logística de la Guardia Civil y la subvención de entidades como el BBVA, Endesa, Telefónica o la Fundación Juan March. El programa Fénix no prevé, sin embargo, la identificación de desaparecidos durante la guerra civil: "Nuestro presupuesto es limitado, y hay cientos de cadáveres recientes aún por identificar".