Un buen número de testigos han declarado ya. De todos, se me ha quedado grabada la exmujer de Muhanad Almallah Dabas. Ha sido la declaración más sincera escuchada en el juicio. Simple, hecha con naturalidad, asustadiza, clara, sin fechas exactas.

Lo de su expareja es muy distinto. Necesita hablar de prostitutas para parecer occidental, pero el Club Bacardi de Estambul está lleno de ellas y de musulmanes. Dice ver porno para no ser fanático, pero psicópatas de medio mundo lo hacen. Hay algo en él que recuerda a los maltratadores que se suicidan tras matar a la mujer. Muhanad intentó matarla, según ella. Luego, la llamó ladrona, mentirosa y rencorosa. Todo se tornó en su contra cuando nerviosa, miedosa y sincera, ella habló de las intenciones y reuniones de su marido. El suicidio de Almallah --suicidio procesal, se entiende-- le llegó al explicar sus llamadas desde una cabina de la forma más normal: "De esto no hablamos aquí, te llamo desde fuera", le decía a su exmujer al tratar temas escabrosos.

Hay un teorema, denominado la navaja de Occam , que dice: "En igualdad de condiciones, la solución más sencilla es probablemente la correcta. No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias". La verdad no necesita adornos y, si se adorna, no es toda la verdad y nada más que la verdad.