Al fin veo abrirse ante mí la puerta de la Fundación Nacional Francisco Franco. Es jueves, 14 de noviembre, y abajo, en la calle, Madrid se ahoga bajo un aguacero. La puerta se abre, sí, pero el gerente de la fundación se atrinchera en la falta de personal y en el proceso de digitalización en curso para vetarme el libre acceso al archivo del dictador.

El revuelo informativo y político de las últimas semanas ha colocado a la entidad en el ojo del huracán. La ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, insiste en que no ha recibido "ni una queja de nadie a quien se le haya denegado el acceso a los archivos" e insta a denunciar lo contrario. A fin de cuentas, el Gobierno del PP ha otorgado copiosas subvenciones (124.000 euros o 20,6 millones de pesetas, de momento) para digitalizar los 29.000 documentos (120.000 páginas) de la fundación a cambio del compromiso de permitir acceso público a su consulta.

Pero la amabilidad del gerente, que lleva sólo unos meses en el cargo, no significa que se pueda consultar el índice del archivo, ni siquiera para saber si contiene manuscritos o correspondencia personal de Franco. Eso sí, tiene la deferencia de facilitarme fotocopias de algunos documentos oficiales procedentes de diversos organismos de la Administración.

Tras la visita a la fundación, de 50 minutos, me quedan, como historiador, varios interrogantes: ¿Qué interés o valor histórico contiene el archivo? ¿Se digitalizarán y se pondrán a disposición de los investigadores todos los documentos o sólo los que decida la fundación? ¿Por qué el ministerio no hace público el índice inicial y sumario que manejaba la fundación? ¿Por qué no se creó una comisión de expertos para dictaminar su importancia?

´LET IT BE´(Dejémoslo estar)Durante varios días escuché los acordes del Let it be de los Beatles mientras esperaba que el responsable del archivo de Franco descolgara el teléfono. Por una parte, me sorprendía el motivo musical de la espera telefónica de la fundación. Por la otra, me inquietaba el mensaje subliminal de la misma: Let it be fue la última película, el último álbum y el último single que los Beatles hicieron juntos. Pero yo había decido no tirar la toalla tan pronto. Y los de la fundación lo sabían. Tanto la dulce y joven voz de la recepcionista como la más madura y algo distante del responsable.Mis llamadas se producían en pleno revuelo mediático provocado por las subvenciones concedidas por el Ministerio de Cultura a la fundación. Ramón Moya, el gerente de la entidad, intentó disuadirme alegando que el archivo no estaba abierto al público por falta de personal. Cuando le indiqué que a mi condición de profesor universitario cabía añadir la de miembro de un grupo de investigación relacionado con los primeros años del franquismo (1939-1953), reconocido y financiado por el Ministerio de Educación y Cultura, cambió el tono de la voz y los argumentos. "Como usted debe saber, estamos en el proceso de digitalización de los documentos y nos resulta muy difícil atenderle como es debido", arguyó Moya.Me hice cargo de la situación y del engorroso trasiego, pero insistí. "Bueno, mándenos una solicitud por escrito y veremos en qué podemos ayudarle". El 23 de septiembre enviaba por fax la solicitud requerida para "la consulta de los documentos relacionados con los acuerdos bilaterales de 1953 entre España y Estados Unidos".Después de un prudencial tiempo sin recibir noticias, volví a la carga. "Estoy en ello, dentro de unos días ya le podré decir alguna cosa", fue todo lo que obtuve. Todo me sonaba a Let it be . Cuando ya había perdido toda esperanza, sonó el teléfono y Moya me informó de que, a pesar del desorden y gracias a su anterior quehacer en el servicio de documentación del Ejército, había conseguido encontrar tres documentos: el convenio defensivo del 26 de septiembre de 1953, entre los Estados Unidos de América y España, publicado por el Ministerio de Comercio; una nota informativa de la agencia Efe, y un documento de dos páginas sobre la ayuda militar. Ante mi estupor, el gerente de la fundación se ofreció muy amablemente a enviarme por correo los documentos fruto de su celo investigador: el correo cerraba la puerta de ingreso.Pero las afirmaciones de la ministra Del Castillo me animaban a no cejar en mi empeño. Esta era la espada de Damocles que pendía sobre la fundación. Así que pedí si era posible pasar por la fundación para recoger la documentación. "Naturalmente, puede venir cuando quiera a visitarnos". Bien, me abrían las puertas, pero sospechaba que no sabían a qué atenerse.´YESTERDAY´ (Ayer)Siguiendo con el fondo musical de los Beatles, la visita a la fundación me recordaba la melodía de Yesterday . No era un viaje al búnker , ni a la caverna, sino a la pura y simple nostalgia. Además, bastante invisible.La sede de la fundación está en la madrileña calle del Marqués de Urquijo, en Argüelles, tocando a Princesa, justo donde emerge un edificio de El Corte Inglés. En la planta baja de la finca, el número 10, hay un acogedor pub irlandés, consagrado al Celtic de Glasgow. En el portal sobresalen las placas de un dentista, un ginecólogo y un otorrino. Ni rastro de la entidad franquista hasta las discretas placas del buzón y de la puerta del segundo izquierda.Dentro, en el vestíbulo, se encuentra la mesa de la recepcionista y un espacioso mostrador con libros y objetos a la venta. Respecto a los libros, destacan los editados por la propia fundación y por otras editoriales especializadas en temas militares y de vindicación de la obra de Franco, en particular los firmados por el académico y catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid Luis Suárez Fernández y por el biógrafo oficial de Franco, Angel Palomino.Libros de política estricta, pocos, salvo los añejos Mi réplica al cardenal Tarancón , del ultra Blas Piñar, y Sin cambiar de bandera , del exministro franquista José Utrera Molina. Entre los objetos de recuerdo hay fotos de Franco, ceniceros, alfileres y prendedores de plata, vídeos y una larga serie de medallas, la más cara de ellas, a 1.500 euros, la de oro del centenario del dictador.Me sorprende agradablemente la apariencia física de Ramón Moya, su porte elegante y su melena canosa. Me invita a pasar a una estancia contigua, una sala de reuniones para unas 20 personas, enmoquetada y con las paredes forradas de tapices con la simbología del antiguo régimen y un enorme retrato de Franco de cuerpo entero con uniforme militar. Una puerta abierta en un extremo de la sala deja entrever unos sencillos estantes de madera con libros, legajos y cajas de embalar.La fundación ve

Let it be single

"Como usted debe saber, estamos en el proceso de digitalización de los documentos y nos resulta muy difícil atenderle como es debido"

"Bueno, mándenos una solicitud por escrito y veremos en qué podemos ayudarle""la consulta de los documentos relacionados con los acuerdos bilaterales de 1953 entre España y Estados Unidos"

"Estoy en ello, dentro de unos días ya le podré decir alguna cosa"Let it be

"Naturalmente, puede venir cuando quiera a visitarnos"

´YESTERDAY´ (Ayer)

Yesterday búnker

Mi réplica al cardenal Tarancón Sin cambiar de bandera

"un escándalo indecoroso"