Hace dos años que ETA decidió, vencida social, política y policialmente, que renunciaba a seguir matando después de medio siglo de trayectoria sanguinaria. Aún así, cada uno de sus atentados pervive en el corazón de todos, pero especialmente en el de las víctimas que los sufrieron. Los dos años de celebración del fin de la pesadilla se han difuminado esta semana entre las hojas de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra la doctrina Parot y la excarcelación ayer tarde de la etarra Inés del Río. Un fallo que duele por igual en el corazón de todas las víctimas, pero que en la cabeza de unas cuantas, muchas más de las que en ocasiones parece, existe el convencimiento de que la sentencia se tiene que cumplir, porque es la ley, y porque las víctimas siempre han jugado en lado de los que creen en el Estado de derecho.

"El corazón y la cabeza van cada uno por un lado. Así me siento". Lo explica Iñaki García Arrizabalaga, profesor de Deusto y al que los terroristas arrebataron al padre de un tiro en la nuca, esposado a un árbol, la mañana que Iñaki prefirió ir a la universidad en bicicleta y no en coche con su padre. De eso hace 30 años. Y la sonrisa de Del Río saliendo de la cárcel de Teixeiro le pincha en el corazón. "Me duele que gente que no se arrepiente de nada, sino que piensa que los muertos, bien muertos están, salga encima con sonrisas. Pero entiendo también que había que reparar la aberración jurídica en la que nos metió este Gobierno".

En un lenguaje mucho más llano, pero con la inmensa humanidad que la envuelve, Carmen Hernández, viuda del concejal del Partido Popular en Durango, Jesús Mari Pedrosa, al que ETA mató de un tiro en la cabeza cuando regresaba a casa por el mismo camino de todos los días, pese a las amenazas, cuenta que la anulación de la doctrina Parot servirá para dar un "empujoncito" a los que se lo merecen. Y se alegra sinceramente por Rekarte, al que abrazó hace un tiempo en la cárcel, tras un encuentro de varias horas: "Este chico merece rehacer su vida".

Roberto Manrique, superviviente de Hipercor, asegura rotundo que ni la paz ni la convivencia mejorarán con el fallo. Y recuerda que él y su familia se sienten vencedores ante ETA. La reflexión de Carmen es parecida a la de María José Olivé, viuda de Xavier Valls, asesinado en el atentado de Hipercor. Entiende lo que ha hecho Estrasburgo, pero no comprende tanto alboroto.

Con voz firme, dejándose escucha con claridad entre el ruido con el que otras víctimas piden al Gobierno que incumpla la ley, el mensaje de Eduardo Madina, víctima de ETA, y diputado del PSOE. "Me niego a aceptar los discursos homogeneizantes de las víctimas. Hay tantas opiniones como voces. Y la defensa de esa pluralidad fue uno de los grandes secretos en la victoria contra los asesinos".

Gorka Landáburu, periodista que sufrió un atentado, que pide por favor a la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Angeles Pedraza, que deje de hablar en nombre de todos, porque a el no le representa. "Pero qué barbaridad es esa de acusar ahora a Zapatero de la sentencia. La gente habla y ni sabe lo que es el Tribunal de Estrasburgo", añade. "Aquí todos cometieron muchos errores, y se tardó demasiado en reformar el Código Penal heredado de Franco", sentencia. Les duele lo mismo, pero unos muchos piensan diferente.