Multitudinarias marchas automovilísticas llenaron ayer los centros de las capitales del país respondiendo a la convocatoria Fase Libertad de Vox, con gran estruendo de cláxones y gritos de «Gobierno dimisión» y «Sánchez vete ya».

Al ir en coche -seguían el discurso por radio y YouTube-, no fue fácil contabilizar a los manifestantes en las diferentes ciudades. En cualquier caso, la audiencia del canal de streaming de la formación no pasó de los 27.000 espectadores en momentos álgidos de la marcha.

En un parlamento pronunciado desde un autobús, el presidente del partido de extrema derecha, Santiago Abascal, lanzó acusaciones contra «un Gobierno ilegítimo que llegó al poder mintiendo a los españoles», que «ha dejado morir a los ancianos en sus residencias», o que «trata a los niños peor que a los perros».

Según el líder de Vox, «es un Gobierno criminal, responsable directo de la peor gestión de esta crisis en todo el planeta», que ha puesto «más multas que respiradores a los españoles».

En sucesivas intervenciones, dirigentes del partido le secundaron repitiendo dos hallazgos de su panoplia argumental: «Gobierno socialcomunista» y «Gobierno totalitario».

Tres horas después, en su intervención televisiva semanal, Pedro Sánchez aludió a la manifestación llamando «a la concordia, la tolerancia y el respeto».

Sin banderas franquistas

Una nube de banderas de España flotaba entre el humo de los vehículos y el atronar de bocinas. Apenas se vieron símbolos franquistas, cuidadosamente evitados. Sí banderas con la cruz de Borgoña.

Manifestantes que iban a pie refrendaron los temores de las autoridades sanitarias en Madrid, no guardando la distancia de seguridad y quitándose la mascarilla para increpar a los periodistas de La Sexta colocados en un set de emisión.

En Valencia, uno asistente, burlando la prohibición de descapotables, lució orgulloso dos palos de golf, símbolo de las primeras caceroladas en Madrid, hasta que le obligaron a guardarlos, informa Nacho Herrero.

En Barcelona, los vehículos atascaron la Diagonal, en contraste con el vacío de las arterias paralelas, entre rojigualdas, himnos militares y lemas que llamaban a Sánchez a cortar «los vínculos con el partido comunista chino», informa Júlia Regué.

Vox quiso catalizar la rabia de sus bases con la marcha. Fueron muchas las alusiones de sus dirigentes a la crisis económica. «Seguiremos saliendo a las calles», advirtió Javier Ortega-Smith. La diputada Macarena Olona, como su presidente, recordó que llevarán a los tribunales al Gobierno por su «gestión negligente con resultado de muerte».

Se vio, además, en Santiago Abascal un intento de erigir un tótem, un monumento dialéctico a los caídos de esta pandemia, en torno al cual reunir la ira de sus seguidores: «No olvidemos nunca lo que nos han hecho», clamó desde su autobús descapotable.

El PP, por su parte, a través de Ana Beltrán, expresó su respeto a las concentraciones que piden libertad.