Hace menos de un año, Vox no tenía representación en el Congreso de los Diputados. Hoy son la tercera fuerza parlamentaria con 52 representantes en la Cámara baja. Un ascenso vertiginoso que comenzó en las elecciones andaluzas del 2018 y que les ha llevado a crecer sin control y a tener una organización territorial frágil. En concreto, el partido de ultraderecha tiene gestoras en más de 20 provincias después de que muchos dirigentes se marcharan entre críticas o fueran expulsados del partido. Una realidad compleja a la que el equipo de Santiago Abascal quiere poner solución formando a todos sus cuadros para hacer frente a los «tiempos difíciles que vienen».

«Debemos funcionar como una orquesta. Disciplina, formación y una misma partitura como garantía de futuro y de supervivencia», sentenció ayer la vicesecretaria de formación de Vox, Begoña Conde, en la asamblea general del partido a la que solo han accedido cargos electos u orgánicos. La intención es que todos los dirigentes estén preparados para hacer frente al escenario político y mediático actual y evitar a aquellos que deciden ir por libre.

La necesidad de construir listas electorales para encarar los comicios locales y autonómicos del 26-M obligó a las huestes de Abascal a dar entrada en el partido a una gran cantidad de personas que no estaban vinculadas anteriormente con la organización. Esto supuso problemas en varios territorios donde los dirigentes locales se alejaron de la dirección estatal.

A esto se suma la llegada de Vox a ayuntamientos y parlamentos autonómicos. Dos circunstancias que han obligado a preparar un plan de formación basado en cursos presenciales, talleres o debates para perfilar un discurso único en todos los territorios y para tener a dirigentes mejor preparados para la competición electoral. Un programa en el que ya están inmersos los políticos ultras de Galicia y País Vasco para entrenarse cara a los comicios del 5 de abril.

El 2019 también dejó un incremento sustancial en las cuentas bancarias del partido. Vox terminó el año con un beneficio neto de 5,2 millones de euros. Una cifra muy superior a la de años anteriores que se debe, en parte, a los casi 10 millones de euros públicos (la mayoría relacionados con ayudas electorales que concede el Estado) que recibió la formación pese a su rechazo frontal al sistema de subvenciones.

Una gran parte de los ingresos (10,7 millones de euros) fueron de origen privado. El partido de Abascal obtuvo cerca de cinco millones de las cuotas de sus afiliados. Actualmente, Vox cuenta con 57.000 inscritos. La asamblea general se cerrará hoy en el pabellón de Vistalegre (Madrid).